La anterior Villa de Leyva

Andrés Venero de Leyva fue el que fundó a Villa de Leyva. Y fue el fundador para última hora de sus calles empedradas y había antes, una pila, o ahí existe la pila pero alrededor había árboles, era un parque con arborización, pero lástima que hubieran acabado eso, porque había jardines, había olivos, había palmas y a última hora, cuando hubo un alcalde, entonces arrancó toditico eso, y quedó pelada y sí, lástima porque eso llamaba la historia… Y las casas todas son coloniales y los árboles de alrededor de la plaza. Ahorita nos dejó desairados porque en esos tiempos eran unos árboles pero relindos alrededor de la pila, lindos, alrededor un conserva e iban los bugambiles, olivos, y lindas matas… Sí, conservo es una mata, linda, y adornaba todo el pueblo.

 

Código: CLTC 525N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Don José Ignacio Gil

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

Las matas de la plaza

José: Bueno, por aquí estoy oyendo que antes las calles no eran empedradas, me gustaría conocer esa historia.

Doña Pureza Robles: Hubo un mandato (en ese tiempo el gobernador elegía al alcalde), entonces nombró a un sargento Parra.

Señora: Celso Parra Camacho era el alcalde.

Doña Pureza Robles: Sí, él era el alcalde, y sucedió que él vino despuesito de semana santa, pero entonces en fiesta de julio llegó y echó bulldozer el 18 de julio, despuesito de que pasaron las fiestas, echó como tres bulldozers y tumbó las matas de conservo que eran cuatro matas frondosas en la mitad del parque.

José: ¿Y eso hace cuánto más o menos?

Doña Pureza Robles: Fue desde el año 72. Y luego entonces por el lado de arriba hacia este lado había bugambiles de la iglesia para allá y por este lado había unas poquitas matas de olivo, y por esta parte por el lado de la Caja Agraria, había unas palmeras pero grandísimas, eran así las matas de grandes. Y allá por abajo había olivos y bugambiles, por el lado de los arcos habían solo bugambiles, y cada bugambil estaba sembrado en una pilastra así, cuadrada, entonces tenían una pilastrica así de anchitas, y entonces los niños llegaban y cogían tapitas, le ponían un pedacito de cáscara de naranja y luego cogían uno, dos y tres, por en redondo de la pilastra y ese era el juego de los niños.

Señora: Pero antes de empezar las calles cuando estaba el alcalde Parra, el sargento Parra, la gente del cerro traía las mulas con la papa y así y a las cinco de la mañana tenían que levantarse a donde amarraban los animales, tenían que los dueños de las casas barrer porque el alcalde les sacaba una multa. El alcalde le sacaba multa a los dueños de la casa. A las cinco de la mañana tenían que levantarse a barrer los frentes

Doña Pureza Robles: Y si no les sacaba la multa de cinco mil pesos, y cinco mil pesos en ese tiempo era mucha plata. Y entonces él cuando revolcó toda la plaza hizo sacar todas las matas, todo el desperdicio lo hizo sacar, entonces empezó a mandar traer piedra, aquí del río allí de Sáchica.

Señora: Y de Cane, de Cane también, Cane, Colorada.

Doña Pureza Robles: Pero toda era piedra así, y entonces él empezó a empedrar la Plaza Principal. Y después entonces empezó a empedrar todas las calles y a cada usuario de frente de la casa entonces le cobraba 14 pesos por metro de empedrado… Sí yo tengo todavía los recibos.

Señora: Pero ahí era el mercado antes, el mercado era en el parque de abajo después lo pasaron para donde es hoy el Parque Nariño.

Doña Pureza Robles: Sí porque ahí antes no había nada, no había nada en el parque, lo único que había era el busto de Nariño que estaba bien enmarcado en unos barrotes de hierro que la finada Teresa los mandó a hacer, los barrotes de hierro en redondo así. Ahí era la plaza, ya al cabo de un tiempo pasaron la plaza aquí para arriba, los de esa obra.

 

Código: CLTC 526N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles y otra abuelita de la Casa del Abuelo, Villa de Leyva

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

La Casa de Los Virreyes

Ah, sí, aquí en la Casa de Los Virreyes, aquí al lado, ahí traían a los caciques, y porque no les daban el oro y porque no les daban la plata, los virreyes venían y los amarraban en una piedra así y les amarraban en redondo así, y los mataban a punta de fuete o palo. Y por debajo de la casa o sea por el lado de arribita de la casa había un vallado de hondo como de allá al piso y ahí los botaban, les echaban tierra encima, los botaban ahí, y resulta que ellos tuvieron tres niñas y ellos eran de ojos azules, azules, y blancos bien blancos. Y tuvieron tres niñas y resulta que la niña mayor a ella le dio una enfermedad que mi madre se la descubrió y la carnecita se le caía por pedazos, y ella tenía como 14 años, y mi abuela, ella existía, y ella le hacía arepas y le traía cuajada y quesos y le daban a la niña.

Y por eso es que hay una pieza que es, esta es la medianía, esta es la entrada y aquí hay una pieza así, y tiene un zaguán así y así y así, y resulta que un día yo llegué allá a las 12 del día, iba a traer unos limones, entonces llegué yo y llegaron hartísimos turistas, venían por aquí, venían como veinte, entonces el muchacho que cuidaba ahí, se llama Natanael, me dijo: “Salgamos por allí por el zaguán a toda carrera, allá y salimos al otro lado” Y le dije: “bueno, camine a ver”. Entonces yo a una niña la tenía de la mano y a la otra la tenía aquí del brazo, hijas mías sí.

Entonces, yo llegué y asome a esta esquina de la pieza y entonces yo llegué y vi así un montón como si hubieran traído arena y la hubieran echao ahí y luego bajaba así hacia allá, y en el montón ese, allá en ese sitio se veía una luz de grande pero fuerte, fuerte, fuerte, pero haga de cuenta como si el sol se asomara por ahí, y yo empecé a caminar de la esquina y yo sentía que subía más arriba y más arriba y más arriba, hasta que llegué encima, pero yo no dije nada, porque yo pensé que era arena, y después cuando llegué allá encima, empecé a bajar, a bajar, a bajar, y yo con la niña aquí y la otra aquí, y yo bajaba y bajaba y bajaba, hasta que llegué a la otra esquina, y el muchacho ese me agarró así del brazo, me agarraba pero que ya me arrancaba los pedazos y le dije yo: “Oiga y a usted qué le pasó que me coge y me pelizca y me pelizca y entonces llega y me dice: “¿oiga pero fue que usted no ve lo que yo vi?” Entonces le dije: “¿Qué?”. Entonces dijo: “Pues que sentía que subía, y que subía y que subía, y luego ese foco de luz allá y luego que bajaba y que bajaba y que bajaba”. Le dije “hola, sí, ¿pero es que luego allá no hay arena en todo eso?, y ¿es que no hay arena allá luego? Dijo: “No, eso está limpio”. Pero nosotros salimos así tranquilos allá. Y la gente “Sí, cómo están, qué más, no sé qué”. Pero haciendo nosotros de tripas corazón del susto que habíamos tenido, entonces nos miraban y dieron así una tantica vueltica y se fueron, entonces nosotros nos fuimos allá para el patio, y le dije: “Yo sí vi eso, yo me di cuenta de lo que acabamos de sentir” ¿Y ese foco de luz qué era?”. “No, allá no hay ningún foco de luz, fue que se presentó eso ahí y vimos eso ahí pero quién sabe qué sería, le dije pues camine golvemos y miramos y fuimos a mirar pero ya no había nada, nada. El zaguán así limpio y común y corriente, y todo bien.

 

Código: CLTC 527N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

La lucecita amarilla

Y cuando yo era pequeña, cuando yo era pequeñona, que tenía tal vez unos ocho o diez años así. Entonces mi mamá era amiga con ellos y les dijo que si les daba posada, yo no sé qué día sería, entonces hay una pieza que tiene la entrada por ahí, y es de grande como de allá a aquí así en cuadro, entonces entraba por ahí y la cama estaba cuadrada aquí, y entonces mi mamá tenía una vela así chiquita, nos dieron una vela así chiquita porque resulta que no había luz ahí en la casa. Y resulta que ella trajo la vela y la puso ahí junto a la cama y se acostó, ella se acostó y yo me acosté, yo me acosté al rincón y ella a la orilla, por ahí quién sabe qué hora era, entonces yo vide que venía una lucecita así de altica, pero era como así de grandecita la luz, pero era una luz amarilla, amarilla… Llegó y abrió la puerta así venía a esta ligereza, así, y llegó y se paró frente a la cama y volteó aquí por detrás de la cama y volteó aquí por detrás de la cama y salí por los pies de la cama y fue y se metió en la pared. Yo me quedé mirando, yo era tan pequeña que no pensaba nada malo, yo pensaba que había sido una persona que había entrado con una lucecita… Pero mi mamá sí ella se le pusieron los nervios.

 

Código: CLTC 528N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

El cura

Imagínese usted que yo era joven, entonces llegó mi mamá y me dijo un día, oiga, Pureza, vaya amárrame los terneros. Le dije: “Ay, pero sumercé las horas que se pone a decirme dizque a las cinco de la tarde, si es que de aquí eso es lejos, y uno corriendo de parriba eso se demora, y de pabajo qué, eso me coge la oscurana”. Pues a mí me tocaba amarrar los terneros allá onde es el Alto de la Villa, donde queda el hipódromo. Entonces yo llegué y amarré a toda carrera esos terneros y ahí mismo a correr otra vez, porque imagínese desde aquí hasta allá y de allá para acá otra vez, eso era lejos, y entonces yo me vine de allá ya empezando a oscurecer, todavía se veía bien y yo corra y corra y corra… Y sí había carretera pero era destapada, y entonces allá donde empieza la carreterita así que aquí viene la carretera principal y aquí empieza la carreterita allá para La Mesopotamia, ahí, entonces estaba así en el alambre un cura, agarradas las manos así en el alambre, y mirando así. Y le dije yo “Adiós, padre”. Y me dijo: “Adiós, mijita”.

Y yo no voltié a mirar, yo seguí caminando así a este paso. Entonces yo caminé como de aquí a la puerta cuando entonces yo sentí que me tiraron como cinco piedritas me las tiraron por la espalda, entonces yo dije “mjem, este cura qué le estará pasando”, pero no voltié a mirar, el cura era de grandecito como él, así con esos ojos y tenía asi más o menos esa edad, y él tenía poquito pelito, así, así como él pero era más delgadito de carita. (Risas).

Entonces, yo seguí caminando pero no voltié a mirar, cuando caminé como otros cinco o seis paasos, entocnes sentí que recogieron un poco de piedras delgaditas y las tiraron así parriba, y había unos árboles grandotes a lao y lao de la carretera, que habían unos árboles grandotes de pino y de eucalipto y los tumbaron cuando hicieron el Itinar. Bueno entonces yo sentía que caían las piedras por encima de mí y por entre las matas caían las piedras así, y yo dije “Mjem, ¿y este cura al fin qué fue lo que le pasó?” y entonces yo me voltié así y empecé a caminar así de patrás de patrás y no le quité la mirada por nada del mundo, seguí con los ojos abiertos. Y yo camine de patrás y de patrás así.

Entonces imagínese usted que cuando yo volteé a mirar al cura, el cura era igual de grande a las matas, y el hábito le daba así de lao a lao e la carretera, y cada pepa del rosario aquí eran como así de grandes, y el cinturón ese, eso era como así de ancho, era un cinturón negro, y entonces así con todo eso pero yo seguí caminando así, caminando de patrás de patrás. Y lo le decía: “¿Es parte de Dios o es parte del diablo? ¿Es parte de Dios o es parte del diablo?” (Risas).

No me dijo nada y entonces llegué a la esquina donde está al río, allá, entonces llegó él y se paró, y yo también me paré pero de lejitos así como de aquí a la puerta de lejos, se paró y yo me paré, y le dije: ¿Es parte de Dios o es parte del diablo?, diga a ver, ¿Es parte de Dios o es parte del diablo? Y no me contestó nada. Entonces se paró así, me miró como con tristeza y se fue achicando así a esta velocidad, hasta cuando quedó al mismo tamaño que estaba, y llegó y empezó a hacer así e pal lao de la carretera, con las manos así y hacía, y me miraba y me miraba y yo lo miraba, entonces ya cuando estuvo a la orilla y habían tumbado una mata grandota de eucalipto y era así de ancha, gorda, entonces llegó y puso esta mano encima de la mata y puso la otra encima así y llegó y hizo así y se achicó así, prum, y se perdió entre la tierra. Entonces yo dije: “pero esto ¿qué fue?”. Espere y verá, y fui y miré detrás de la mata y no vi nada, no había nada detrás de la mata. Y llegué a la casa y no dije nada, porque ya cuando yo llegué ya estaba todo muy oscuros, no le dije a mi mamá, a mi papá ni a mis hermanos, a ninguno le dije nada.
Al otro día cuando me levanté yo les dije a mi papá y mi mamá que estábamos en la cocina porque yo había hecho tinto, nos lo estábamos tomando y entonces yo les dije: “Anoche sí vi el cura, anoche sí lo vi, lo vi así y así, y en tal sitio me salió y en tal sitio se ocultó”. Les dije yo y estaba oyéndome el indio Joaquín Diablo, el Joaquín que todavía vive, sí, eso, Joaquín Pineda, él estaba oyendo en la casa, y entonces él se fue por la noche, trabajó ahí ese día, al otro día no vino a trabajar porque se fue y abrió un hoyo allá donde yo dije que había aparecido y donde se había escondido, y sabe qué, se sacó una moya, yo no sé qué… Y esos eran pelaos pero retepelaos, no tenían donde caerse muertos, sí o no, y se compraron como tres lotes y casas y fincas.

Entonces yo digo una de las cosas: cuando aparecen esas cosas no es que sean espantos, cosas malas, sino que le quieren decir a uno tome, lleve su pedazo. Entonces yo siempre que paso por ahí digo: “Bueno, guaquero, ¿y mi parte qué?”.

 

Código: CLTC 529N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

El monje negro

Resulta que allí en la casa había una familia, tenían arrendada una pieza, entonces la gente estaba viviendo ahí y era la mamá con cinco hijos, y el hijo mayor tenía 17 años, entonces un día yo pasé a darle de comer a las gallinas y voltié a mirar así, en ese momento que voltié a mirar, el muchacho estaba pegándole a la mama una cachetada, se la dio aquí en esta parte y la mandó contra la cama y fue y le pegó a la hermana porque no le daban 20 mil pesos pa echarse su toquecito, y yo iba caminando así y le dije: “Ala, Wilson, desgraciado indio, ¿le pegas a tu mamá?, se lo va a cargar el diablo, póngale cuidado”, le dije yo así, bueno y pasaron como 8 días y llegó y me dijo “Señora Pureza, me salió un monje allá encima de la pared, negro, de vestido negro y unos ojos grandes así rojos”. Y le dije: “ah, ahí está, el diablo se lo va a cargar”.

Bueno ya pasaron como otros tres días y me dijo: “Mire que ahí en la mata de fraijoa ahí otra vez se me apareció ese monje, igualito, negro grande, y con el vestido negro y cada ojo así de rojo”

Y le dije: “ya casi se lo carga” pero yo no le hacía mal sino ahí por solo sobar.
Entonces sucedió que el man, pasaron otros tres diítas y entonces dice: “Ay, señora Pureza, ay, señora Pureza, yo me voy de su casa”. Yo le dije: “¿por qué, luego qué pasó?” Dijo: “No, el monje se me presentó ahí al pie de la alberca, ahí y llegó y me cogió ahí del pescuezo y me pegó un aruñón hasta aquí”. Y le dije: “No usted qué va hablar, no habla sino solos enredos”. Y dijo: “Sí, señora Pureza se lo juro que sí”. Entonces yo le dije, mueche a ver, y se quitó la camisa y eso sí desde aquí de la nuca eso eran cuatro uñas pero gordototas, así, le arrancó el cuero desde aquí hasta la cintura, hasta la cintura le arrancó el cuero.

Y entonces sí señor que al otro día llegaron y todos se desaparecieron de la casa, el uno corra paquí, el otro pacá, el otro pallá, a ir a buscar habitación para irse, ese día se fueron, como a las 4 de la tarde estaban trasteando, entonces resulta que se fueron tan lejos: como a cuadra y media.
(Risas).

Se fueron de la casa mía hasta ahí adonde el difunto Luis, el sobandero, llegaron allá, entonces me los encontré a los ocho días, a la mamá, y quiubo, qué más, cómo les ha ido, y me dijo: “No, muy bien, lo más de bien, ahora tomamos un apartamento y está Wilson durmiendo en una sola pieza y yo duermo con mis otros chinos en la otra pieza. Y le dije: “Qué bueno, eso está bien”. Y me la encontré como a los ocho días y me dijo: “Ay, señora Pureza, imagínese que otra vez vino el tal espíritu ese y agarra al Wilson, le mete las manos así por debajo y lo alza y lo bota en la mitad de la pieza, y lo deja durmiendo ahí toda la noche y amanece privado por la mañana”.
Entonces le dije yo: “Uy, qué va, entonces ahora sí de verdad es el diablo”.
(Risas).

Entonces llegué yo y le dije: “Mire, eso tienen que rezalo, tienen que rezalo pero rezalo de verdá como rezar a un santo, llévelo pallá pa la iglesia del Carmen, válgase de plata y páguele una misa y que lo acuesten así en el suelo o en una mesa donde sea y que lo recen pero bien rezao y con una música de violín para que le saquen ese espíritu ese que le infundieron”.

Pues era que el muchacho andaba con una muchacha marihuanera y ella, como el muchacho no quiso seguir con su tal marihuana, entonces le infundió un espíritu y eso era lo que lo perseguía.

Y le dije yo: “Y después de que le hagan esa misa y que lo recen bien rezado váyanse de esa casa pero lejos y lleve agua bendita y riegue agua bendita por todos lados”. Y ya, con eso le pasó, y el muchacho eso se volvió un alma de Dios, eso ahí sí era bien retejuicioso y trabajaba y les daba a la mamá y a los hermanos.

 

Código: CLTC 530N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

El pisco azul

Imagínese que una vez yo venía con mis dos hermanos, con Germán y con Olga, Germán tendría unos ocho años y Olga unos diez, yo tendría como unos trece años, y entonces imagínese usted, que veníamos pasando la Colorada, de pacacito, ahí subiendo la mitad de la loma donde hay un potrero lleno de pasto por este lao, ya eran como las 8 o 9 de la noche, yo les dije a mis hermanos, “oiga esto está muy oscuro, mejor metámonos allá debajo de aquella mata de roble y nos dormimos un ratico o nos dormimos y por ahí por la mañana cuando esté ya temprano nos vamos para Leyva, pues nosotros nos acostamos allá, cada uno con su ruana, tapados y así bien arrunchados, estábamos durmiendo ahí.

Yo no sé qué horas serían, en todo caso yo sentí encima de la mata un revoloteo pero fuerte, fuerte, y eso como con el revoloteo de unas alas eso barría así el pasto y lo elevaba con el viento, yo llegué y dije pero ¿qué será?, entonces yo me puse la ruana y llegué y me salí de debajo de la mata y me fui y miré pa un lao de la mata, llegue y miré y había un animal pero retegrandote, retegrandote, cada ala era como desde aquí hasta aquí, mejor dicho el animal era, las alas eran como de aquí hasta allá, o sea que de la puerta hasta por aquí era el animal, y era un color azul, azul, y no tenía el pescuezo aquí pintado ni nada, tenía unas gigas, se le escurrían unas gigas, era como ver un pisco, pero grandísimo, grandísimo que yo sí, ahí sí me entró miedo, porque yo dije ese animal de un picotazo nos mata, y entonces yo empecé a gritar y con los gritos míos se despertaron mis hermanos y me dijeron “¿Qué jue?, ¿qué jue?”, y les dije no un animal grandotote, y cuando yo dije animal grandotote el animal se fue volando otra vez así, pero eso le costaba trabajo mover las alas así, de lo mismo grandote, porque no había viento ahí en ese sitio, y nos quedamos ahí, seguimos durmiendo hasta el otro día.

 

Código: CLTC 531N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Doña Pureza Robles

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

El Anastasio

Ora verá yo le cuento
el Anastasio es mi novio,
ju sí el del otro lao el río
el del árbol de cerezo
jus el otro día se vino
de recoqueto y me dijo:
ole, mi pimpollito, nos vemos
a las cinco e la tarde.
Y así jue sus personas,
me chanté mis güenas moñas,
me compré un vestido nuevo,
hasta cintas me compré
¿la gorra?, jmm,
pus esa tocó la e la tía Nastasia,
con uno que otro jureco,
pero qué caray, así me jui.
Jueron las cinco e la tarde,
jueron llegando las seis,
jus yo conque rabionón
me degolví pa la casa.
Jay, rabia,
rabia la que tenían mis taitas
apenas llegué
jus me dicen:
esta india sojijuna
¿es que no se da cuenta?
no se da cuenta que sus taitas
tamos preocuopaos
pus me dieron mis güenos palazos
y al otro día llega el muy sinvergüenza
toititico arrodillao
quesque se quería matrimoniar conmigo
jmm, pus yo de una cachetada
lo puse a bailar lambada
porque es que estos sojijunas
a una le hacen las que le hacen
y uno sí les chupa la alpargata,
muy equivocadito, mijo,
muy equivocadito.
Y us güeno:
yo después lo perdoné,
porque yo también lo quero
eso sin dejarle ver
que era así muy mero mero
pero que siande prevenido
porque la próxima vez,
lo mando a la alcantarilla.

 

Código: CLTC 532N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Romance

Informante:  Nancy Moreno

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

La estancia del cedrón

Llovía torrencialmente en la Estancia del Cedrón
como adorando el jogón, estaba tuita la gente.
Dijo un viejo de repente: alcancemen un amargo
para suavizar mi pecho, porque voy a entrar del hecho
al sunto, porque está largo;
haré juerza sin embargo pa llegar hasta el final,
y si escucha cada cual con espíritu sereno,
verán cómo un hombre bueno llegó a ser criminal.
Allá por mis años de mozo, y disculpen la distancia,
sucedió aquí en esta estancia un crimen misterioso.
En un alazán precioso llegó cual desconocido mozo,
lindo y bien cumplido, que al hablar con el patrón
quedó en la casa el peón, siendo después muy querido,
al poco tiempo no más el amor le picoteó,
y el mocito se casó, con la hija del capataz;
toito marchaba al compás de la dicha y el amor,
y él pa’ grandeza mayor, mi Dios les mandó con cariño,
un blanco y hermoso niño más bonito que una flor.
Así pasaron los años muy felices en su choza,
ella linda y buena moza; y él fuerte y sin desengaños.
Pero motivos extraños vinieron…
y la traición deshizo el mocetón, el fantasma de los celos
y sus más preciosos anhelos, destrozó su corazón.

Un día fingió una ausencia que jamás había pensao.
Dijo que tenía un ganao que llevar pa la tablada,
que sería una buena bolada para ganarse unos pesos,
y así entre risas y besos, se despidió de su amada.

Al otro día, a la una e la mañana justamente,
volvió el hombre de repente, convertido en una fiera humana;
de un golpe echó la ventana al suelo hecha mil pedazos,
y avanzando a grandes pasos, lleno de rabia y furor,
vido que su único amor descansaba en otros brazos.
Como un sordo movimiento enseguida se sintió;
luego un cuerpo cayó, y el otro cuerpo en su momento;
ni un gemido ni un lamento salió de su habitación;
y cuando los vido difuntos los enterró a los dos juntos,
donde hoy está el Cedrón.

En la estancia se sabía que la ingrata lo engañaba,
pero a él naiden le dijo nada de la desgracia en que vivía;
por eso la polecía no hizo caso mayormente,
pues dijeron: La inocente se jue con su gavilán…,
y ahora juntos están descansando eternamente.

-¡Ahijuna!-gritó un paisano-, si es verdad lo que dijo el viejo,
ese era un hombre, conejo! ¡Yo le besaría la mano!…
¡Yo fui, mijo, yo fui, yo fui el que mató a tu madre desgraciada,
porque en una mala jugada con otro hombre la encontré.

Venga, tata le perdono por lo mucho que ha sufrido;
pero ahora taita le pido, que no la maldiga más,
que si fue mala y audaz, por mí, perdónela padre
que una madre siempre es madre, ¡Déjela que duerma en paz!

 

Código: CLTC 533N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Romance

Informante:  Nancy Moreno

Edad informante:

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

El escuelante

Ah malaya, pinche vida,
esta que me tocó a yo,
agüite tantico y les cuento
lo que a yo me sucedió
madrugué por la mañana
temprano como a las seis
báñese ese cuerpo, mija,
me dijo mamá Inés
yo me eché una totumada
de la cabeza a los pies
y me entró una tembladera
que solo se me quitó endespués
pero me agarró una carraqueadera
como la del perro e mano Andrés
en esas llamó mi mama,
con urgencia e coronel
jártese esa aguapanela
que tiene sustancia e miel
y casi me pringo la jeta
cuando me ajiné a sorber
y masque como un chandoso
que las siete iban a ser
pues mi mama me sacó a empellones
quisque la mestra miba a joder,
llegué ya como tarde,
taban en la formación
me colé como un conejo
y naiden cuenta se dio
era el día de la bandera,
se cantaba a la nación
poesía e mano Ruperto,
firmes y a discreción,
las palabras de la mestra Empera
y se acabó la junción.
Luego nos metimos,
tuititicos a un salón
a yo me rempujaron
y me zamparon un coscorrón
a este indio qué le pasa
me emberriondé yo
y zámpele su pellizco
al hijo de don Ramón
nos ha pescao doña Empera
que tiene genio de león,
con un grito nos asienta
y silencio en el salón
quesque el mundo era redondo
igualito que un balón,
que daba vueltas y vueltas
como un trompo pienso yo.
ora la clase de aritmética
en la que dormí como un lirón,
cuando me desperté
taban en multiplicación
ora la de ciencias, ora la de religión,
después quezque a cazar unos moscos
pa mirarles el corazón
con lo que mi Dios me dio
saqué de la taleguera
arepa, bollo y mojicón
y métale con berraquera
que me voy a jugar bolitos
a ver a quién escuncho yo
ora que sonó la campana
que hay que volver al salón
a dormir otro ratico
mientras hago la digestión
y a la una pa la casa
a volear azadón
porque si uno no ayuda
termina sin conque comprar el calzón,
aquí se acaba mi historia
pues la lengua se me trabó.

 

Código: CLTC 534N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Villa de Leyva

Tipo de obra narrativa: Romance

Informante:  María Camila Ávila Moreno

Edad informante: 16

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

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Año de publicación: