La Viuda es otra quimera que, con éste u otro nombre y con diversas funciones anímicas, se conserva en el folclor de casi todos los pueblos colombianos. En el lugar de nuestra investigación se le atribuye a La Viuda el papel un tanto macabro de conducir a los borrachos que encuentra en sus paseos nocturnos hasta el cementerio de la localidad y dejarlos allí medio muertos de miedo cuando se dan cuenta del sitio a donde han ido a parar en tan peligrosa compañía, aunque algunas veces, según parece, se contenta La Viuda con asustarlos, para darles una lección, bastante severa, como ocurrió en el caso que pasamos a referir, tomado de boca del mismo sujeto que lo sufrió y que jura que pasó tal y como él lo dice:
Faustino Obando, setentón, y hombre que a su decir ha pasado por muchos y temerosos encuentros con ánimas, trasgos y aparecidos, debido a su antigua vida de juerguista, refiere que salía una noche de cierta parte con regular cantidad de copas entre pecho y espalda, aunque sí se daba cuenta de que se dirigía a su casa, cuando al doblar la esquina de La Merced vio que delante de él iba una mujer bien emperifollada, “dengueándose” que más parecía que iba en el aire antes que andando y haciendo ruido de enaguas bien planchadas. Él, mujeriego incorregible, apuró el paso para verle la cara y armarle conversación, pero cuando estuvo al lado se encontró con que la cara era una calavera que arrojaba fuego por las órbitas huecas y la boca desdentada y que la tal era La Viuda. Verla y echar a correr fue todo uno, con los pelos de punta y un sudor frío que le recorría todo el cuerpo. Lo grave del caso fue que la “maldita” lo seguía en la carrera y las piernas no le ayudaban a huir más aprisa, ni a esa hora se encontraba un alma para favorecerse, hasta que al fin, después de haber dado vueltas por un sinnúmero de calles “para enredarle el rastro”, llegó a su casa y apenas pudo golpear desesperadamente para que lo auxiliasen, cayó echando sangre por boca y nariz, según después le dijeron.
El caso de un señor España, trasnochador, quien tuvo un encuentro con la Viuda, es tan patético como el anterior. Se dirigía también a su casa entre las once y doce de la noche, un tanto calamocano, al salir de una parranda y de pronto sintió que le corría un sudor frío por la espalda y se le erizaban los cabellos. Volvió a mirar, pues sintió que alguien le seguía y vio con espanto que era una mujer bien vestida pero de cara monstruosa que más parecía de animal que de cristiano. Él, entonces, apuró el paso y empezó a trotar calles seguido siempre de cerca por la horrible mujer que ya no dudó que era la Viuda, hasta que sin saber a qué horas se encontró cerca del cementerio y de allí ya no recordó más porque al otro día lo encontraron metido en una bóveda “hecho una etcétera”, según la relación que nos hicieron personas que trataron al señor España y oyeron de sus labios el caso de su encuentro con la Viuda.
Además de las dos manifestaciones que acabamos de anotar, pudimos recoger una tercera versión sobre la Viuda, pero ya con el carácter de espíritu burlón. Rafael Flórez, parrandero consuetudinario, nos refirió que una noche, de regreso a su casa, “algo bebido”, se encontró “de manos a boca” con una “bolsicona”, quería decir él una ñapanga, que lo cogió del brazo y lo arrastró hacia la quebrada del hospital. Él se dio cuenta inmediatamente que era la Viuda, “porque del susto se le había espantado la juma” y se puso a gritar y a hacer resistencia para librarse de la “vagamunda”, pero todo fue inútil, y al llegar a la quebrada lo desnudó y seguramente lo hubiera echado al agua porque esa parecía que era la intención, si no hubiera tropezado la Viuda con el escapulario al desvestirlo y entonces “lo aflojó” y él, desnudo, pudo correr y ampararse en casa de unos compadres. Con ellos regresó al sitio de la escena y efectivamente allí encontraron las ropas “desperdigadas y ni rastro de la vagamunda”.
A nuestra pregunta de cómo era esta mujer que quería bañarlo a la fuerza, contestó el informante que no pudo verle bien la cara porque estaba oscuro, pero sí se dio cuenta de que usaba “pañolón de fleco de seda” y “follado de bayetilla”.
Código: CLTC 456N
Año de recolección: 1969
Departamento: Nariño
Municipio: Pasto
Tipo de obra narrativa: Leyenda
Informante: Faustino Obando y Rafael Flórez
Edad informante: 70
Recolector: Sergio Elías Ortiz
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Consejas y creencias de tipo folclórico de la región de Pasto
Año de publicación: 1969