Historia de la cueva del viejo

…Seguramente vivía acompañado por ahí con la viejita y entonces él también tenía sus amantes. En esa tierra onde yo cuido unos animales, existía una señora Sabina y una señora Soledad Coronado, y bueno ellas pues enamoradas del viejo y todo, entonces él subía y les decía que qué querían, les daba oro y plata y toa esa vaina. Entonces en una vez ocurrió que la tal señora Sabina le dijo que más bien que les diera un mutecito. Sí les dio el mutecito, les mandó que una granizada, ese fue el mute que les mandó. Entonces la tal señora Soledad ya le dijo que ella sí quería algo que les dejara de recuerdos. Pues resulta que les llevó un venado de oro. Ese venado lo posedieron en una almohada vieja que ellas utilizaban para dormir, de cabecera.

Como un sobrino existía ahí de para abajito ahí, colindaba con ellas, pues él tenía cuidado de las tías y todo y en una vez se fue por allá a trabajar a Toca, hacía sus viajes, les traía por ahí comidita a las tías y todo. Pero él cuidando la almohada que no la fueran a sacar de ahí, porque él sabía lo que ellas tenían ahí. Bueno. Resulta que se fue otra vuelta a trabajar a Toca, llegó, entonces les trajo por ahí más comidita y todo y como él era el dueño de esa cañada, de la Cueva del Viejo, que era Cleto Cuervo, poseedor aquí de la vereda de Mombita Alto. Entonces él ta torciendo su hilo (así como está haciendo aquí esta señora hilando lana) en una mochilita de fique. Acabó de llover o no llovió, y él se vino a ver sus animales ahí y resulta que detrás de él chillaba y chillaba un pollo, un pollo amarillo, y a él se le volvió curioso y dijo: “Ah, pollo mugre, puallá de quién será, por ahí de los vecinos, ta emparamao. Pues ahí volvió y él lo alzó y lo envolvió por ahí en el saco o la ruana. Después se le volvió curioso echarlo a la mochila en que torcía su hilo, ahí. No le siguió cuidado, y ya cuando llegó a su casa no era pollo, entonces era un pollo de oro que él se había encontrado ahí por esa cañada, Cleto Cuervo.

Bueno, luego, volvió y se fue a trabajar a Toca, se demoró por allá sus días, ya las tías estaban ancianitas, resulta que le llegó la voz de la muerte a Soledad Coronado, y sacaron la almohadita que ella tenía de cabecera, del ranchito de paje, porque esos eran unas casitas ahí de paje. Le llevaron la razón al sobrino de que se viniera a ver cómo hacían porque se había muerto una tía, Doña Soledad que había fallecido, que viniera a ver al cajón que cómo lo hacían. Inmediatamente él aperó por ahí su andanza y así se corre y vino. “Se murió mi tía, ay, Dios, se murió mi tía”. Y topó la almohadita que estaba sobre el ranchito y la puso debajo de la ruanita y dijo: “Bueno vamos a traer la almohada de mi tía, estos son recuerdos que ella me dejó, no hay que dejarla desperdiciar. Pero en la almohada lo que iba era un venado de oro, que le había dado el viejo de la Peña de La Antigua, o sea el Encanto.

Luego bajó el encanto, de ver que como él estaba procediendo ahí con las ancianas, la compañera que tenía ahí se le fue, que era la vieja, se le fue. De bueno a bueno resulta que echó a llover mucho, eso llovía y llovía, Madre Santísima, que yo me acuerdo por llover. Cayó una borrasca, esto se inundó, mejor dicho esta vereda parecía que era el final. Y esto ya hace años, a los años que tengo unos 69 años, todavía me acuerdo de esos tiempos atrás lo que poseía en esa Cueva el viejo.

Cuando ya se fue dentrábamos ahí… Entonces había yeso, unas columnas de yeso paradas más hacia adentro ya un pozo de agua claritica donde creo que se bañaría, y unos pozuelos de piedra redondo como pilas de bautismar, así de un bautismo. No alcancé a entrar más adentro porque eso ya se había despeñado de las borrascas, pero decían que era una cueva muy grande, muy capacitada para ejercer. Los muchos antiguos atrás sí contaban esa historia, todo pero yo alcancé a observar todo lo que contaban un fose de los aguaceros que caían en ese tiempo.

Se fue el viejito, arrastró mangles, troncas, lo que topó y fue a parar a Diravita allá, tronconones de mangles lo que se llevó. Se fue… Hasta ahí quedó el cuento de la Cueva del Viejo.

 

Código: CLTC 495N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Firavitoba

Tipo de obra narrativa: Leyenda

Informante:  Don Luis, juglar de Firavitoba

Edad informante: 69

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

Historia de los reflejos en la cueva

Fue aquí en la casa del compadre Luis Ayala, aquí arribita, ahí esa casa que se ve, ahí mandé confirmar al ahijado Raúl Ayala, cuando yo me acuerdo a medianoche salí yo y vi que reflejeaba pero una cosa tan hermosa, lindo, me acerco yo allí a aquellas matas, allí abajo, pa mirar, poner cuidado, era que reflejeaba y hacía aquí así, hacía así. Y digo yo –entre nuestros aguardientes que teníamos– ay camine vamos a mirar en la Cueva del Viejo quién sabe qué reflejea, reflejea pero una cosa hermosísima, mire cómo se descuelga y todo reflejea. Alcanzamos a estar hasta allí. Madrecita santísima, nos cogen unos rayos y una tromenta de truenos pero de esos inmensos, Virgen Santísima, y vuélvanos ahí rapiditico, casi no somos capaces de llegar hasta la casa, y ahí no más la casa, estaba que gramaba esta peña.

(Es que cuando llovía por aquí eso eran unas granizadas muy…). Eso era tremendamente. Duro tremendamente.

Vuélvanos y la comadre y el compadre: “¿Qué van a hacer allá a medianoche, allá tan es en el reflejo del viejo, en el espejo del viejo, qué van a hacer, no que eso es relámpagos y truenos?”. Vuélvanos ahí pa arriba, y ahí sí, préstenos ropa, préstenos ropa, cámbienos y siga el baile.

¿O sea que el viejito aún sigue? Sí…

 

Código: CLTC 496N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Firavitoba

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Don Luis, juglar de Firavitoba

Edad informante: 69

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

Título de la publicación:

Año de publicación:

 

 

Parte de la historia de Firavitoba

Bueno, parte de la historia de Firavitoba, que muy pocos la sabemos… Era que Firavitoba no se sabe que alguien la haya fundado, aquí empezó a llegar gente por esta región y por la zona suroccidental a venir a habitar esta región. Primero llegaron, lamentablemente ya están cayendo las casas que fueron de los primeros habitantes, a medida que iban llegando los habitantes les iban colocando nombres a los sectores, por decir aquí se va a llamar la vereda de Diravita Llano, por ejemplo. Así vamos a llamar… Cuando los padres jesuitas llegaron por allá en 1680 en adelante, que llegaron aquí a la famosa Hacienda de La Compañía, porque fueron los primeros pobladores que llegaron a hacerse, mejor dicho como terratenientes, entonces de ahí empezó a salir la fundación en la vereda de Alcaparral y parte de la vereda de Guatua, y parte de la vereda Bosque, Calavernas y otras veredas que eso era toda una región de que ellos eran los que mandaban todo, hasta que por allá… Bueno, siguió, ya empezó a producirse la famosa ganadería y la agricultura y aquí todo el valle de Sugamuxy que se llama, Sugamuxy y Firavitoba, todo eso era cultivos de papa, trigo, maíz, alverja haba, en fin, todos los cultivos de la tierra… Rubas, hibias, nabos, de todo (…)

…Del alpargate que sé yo solo y ahora de todas maneras Firavitoba, en este momento orgullosamente puedo decir que ha tenido buen renombre a nivel, digámoslo internacional, por su estadía, por su sitio, por su ubicación y así por la calidad de gente que tenemos por habitantes. Y así ha sido con todo muchas gracias. Eh, otra cosa que se me olvida: esta capilla fue una de las primeras que se hicieron, esta de San Luis. Por allá atrás, por aquí de para arriba había un cementerio, no sé si alguno de los habitantes de aquí lo recuerda, había un cementerio que era donde enterraban los muertos que se morían de la viruela, en el 1880 que le llamaban la viruela del 80. (De aquí en adelante el sonido se entrecorta y solo se oye lo siguiente): Por allá en la vereda de Baratoa hay o había otro cementerio pero aquí muy pocos lo saben… Los sacerdotes. Por ahí hay un papel… Una carta… Del personal que registraron les aplicaron los óleos, las primeras comuniones eso no se ofrecía… Decían que se juntaban unas tribus…

Tenemos dos apodos. El valle era en ese entonces, hace unos 60 años aproximadamente o algo más, por allá se había una yerba que se llama guaba. Al principio la trataban como algo medicinal, pero eso producía unas mazorquitas negras y eso la juventud, los niños más que todo, recogían pepas para comer, entonces nos bautizaron los tragaguabas. Traga-guabas no confundir como puallá un día que dijeron otra cosa.

Después, como en esa época no había transporte, no había carros, todo el personal tenía que ir al mercado de Sogamoso a pie, y que yo me acuerde había cinco o seis guaraperías por el camino, seis guaraperías que tengo grabadas, entonces llegaba la gente de Firavitoba, llegaban y en eso los barriles de guarapo de cualquier doscientas, trescientas botellas, llegaba la gente a pedir el guarapo, y les daban las totumas. Entonces la gente cogía y se llevaba las totumas, y esa gente de las guaraperías nos pusieron “los roba-totumas”. Y las señoras de las guaraperías cuando echaban de menos empezaban a gritar: “¿Qué se me harían las totumas?” Y grite y la gente ya iba por el camino con su totumada de guarapo, iban tomando, iban caminando con las maletas.

 

Código: CLTC 497N

Año de recolección: 2018

Departamento: Boyacá

Municipio: Firavitoba

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Augusto Ayala Forero

Edad informante: 70

Recolector: Adrián Freja

Fuente: Trabajo de campo sin publicar

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