Dame los brazos y adiós
que me vengo a despedir;
y así no lloréis mi muerte
pues nací para morir.1
Por disposición del Padre
fue Cristo a Jerusalem
por nuestro rescate y bien,
y detrás iba la madre
y para que más le cuadre
dijo Cristo en alta voz
“Madre de mi corazón,
dame los brazos y adiós”.2
Allí se quedó María
traspasada de dolor;
considera pecador
cuál esta madre sería,
onde vas, hijo, decía,
que yo te quiero seguir;
vengo a trer y redimir
tanto ganado cautivo
y por eso es el motivo
que me vengo a despedir.3
De Adán es la Redención
que vengo a satisfacer.
Para en después recoger
el fruto de bendición;
que bién lo dijo Simón
que ese es el cuchillo fuerte
que traspasará de suerte
el corazón de dolor;
nací para Redentor
y así no lloréis mi muerte.4
He de ser aprisionado
y en treinta riales vendido,
mi cuerpo ha de ser prendido
y en una columna atado;
por las calles pregonado
como hombre falsario y vil;
todo el mundo ha de decir
que es muy justa mi sentencia.
Y yo he de tener pacencia
Pues nací para morir.
Código: CLTC 345N
Año de recolección: 1953
Departamento: Boyacá
Municipio: El Cocuy
Tipo de obra narrativa: Romance
Informante:
Edad informante:
Recolector: Samuel Jaramillo Henao
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: El canto popular en el Magdalena
Año de publicación: 1953