– He tenido noticias de que en su tierra no se podía vivir con cierta tranquilidad, hace algún tiempo, a causa de la intensa actividad de las brujas.
“Mire usté, no es mentira -me respondió.- Recuerdo muy bien cuando tenía unos treinta año (ahorita me cargo entre pecho y espalda lo cincuenta), que en mi barrio, llamado entonces Laj Escama porque por allí vivía mucho pescador, no se podía salí. Un día, por manos de mis pecado, se me dio por’í a una cumbiamba, d’esas tan sabrosas que hacía el morrongo. Ante que se me pase, a este señor lo llamábamos así, porque fue el inventor d’esta forma de pan que hoy se consigue hast’en Barranquilla.
Corno ya era muy tarde, me junté con unos amigos que vivían cerca de mi casa y salimo a dormí a eso de las doce y media. Cuando faltaban dos cuadra pa’ Ilegá, salió una puerca que casi me llegaba a la cintura, con cinco lechoncito. Tan pronto no vio este animal se avalanzó sobre nosotro; entonces rompimo una cerca y con palos noj l’enfrentamos. La puerca salió corriendo y se metió en el excusado de la casa di uno de los compañero.
– Bien –le interrumpí– ¿cómo es eso que la puerca entró en el excusado?
¿No tenía puerta acaso?
“¡Qué puerta! ¿No conoce usté la mayoj parte de los excusados d’esta población? Si nó son maj que cuatro palos forrado con saco de cargá arró, sin techo y sin hoyo.Hasta q’uel lugar llegaron mis amigo, que eran tréj pues a mí me dio terronera y me fui corriendo pa’ la casa. Desde la cama oía los gritos de ¡cógela!, ¡dále!, ¡mátalal, y bien duro que le dieron pué al día siguiente la puerca amaneció muerta.
Figúrese cuál no sería la sorpresa cuando en la población se regó la noticia de la muerte de una señora de quien se decía que se convertía en puerca toas las noches.
– Bueno, pero eso nada demuestra; es probable -le dije- que aquello fuera una simple coincidencia y en tal caso, ustedes estaban calumniando a una persona ajena a tales actividades.
Déjeme terminá y verá qu’ejtábamos en lo cierto, sobre todo cuando estos ojo que se han de comé la tierra, vieron la claridá de todo.
Por la mañana, casi toa la población fue a ver a la dijunta, y le juro qu’ e la primera vé en mi vida que he visto un muerto cosío. L’ habían envuelto en una sábana y con aguja le cosieron de pie a cabeza.
– ¿Bueno, y qué? ¿Dónde está la prueba?
¿Que dónde está la prueba? Ahí va: ¿sabe usté por qué la cosieron? Pa que la gente no le viera loj verdugone que tenía en el cuerpo y la cara, como consecuencia de loj palo que le dieron: ademá, la puerca no salió má.
Eta pobre señora quizá no hubiera muerto si alguien le aplica ante la oración de San Silvestre, que sirve pa cogé bruja; pué una vez atrapada y desenmascarada, por pena no se habría convertido maj en puerca ni tampoco a sus hijo en lechone, y así se hubiera evitao aquella palera que le proporcionó la muerte.
Código: CLTC 295N
Año de recolección: 1948
Departamento: Magdalena
Municipio: Ciénaga
Tipo de obra narrativa: Leyenda
Informante: Pedro, habitante de San Juan de Córdoba, Ciénaga
Edad informante:
Recolector: Carlos Angulo Valdés
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Las leyendas de la costa
Año de publicación: 1948