Adrián: Bueno y ¿hay historias, acá en estos sitios, de apariciones, de espantos, historias…? Porque eso en todo lado siempre leyendas, historias de apariciones, de espíritus.
Don Luis: La patasola, no, esa que llaman la Llamarada
Adrián: ¿La Llamarada?
Don Luis: Esa sí existe por allí, aparece.
Adrián: ¿Pero qué es la llamarada?
Don Luis: Una mujer con una olla llena de candela en la cabeza.
Adrián: ¿Ah, sí?, ¿Y cuándo aparecen o a quiénes se les aparece?
Don Luis: Cuando íbamos a Chita se aparecía cuando íbamos por allá por…
Don Lisímaco: Pero eso no se les aparece a todos.
Adrián: ¿A ustedes se les apareció?
Don Luis: A varios, a varios.
Adrián: ¿Y qué les hacía?
Don Félix: La miran por allá como decir allá en La Playa y si se ponen a mirarla se les viene por encima…
Víctor: Pero hace tiempo que no sale, ella ya cumplió su…
Don Luis: Pero eso es mientras me limpio el ojo, mientras cierro el ojo ya, porque contaba una señora contado por ella, que tenía tienda en Cheva, la esposa de don Hildo Lizarazo, todavía vive esa señora, se llama Carlina.
Adrián: Doña Carlina.
Don Luis: Y uno llegaba allá a pedirle una cerveza y una noche con don Luis… esa ventana queda como pa allá al lao del posta, echó a dentrar una luz pa dentro, entrante, y nosotros tabamos así como ya a buscar la cama, y entonces dentro el desafío de luz, y dizque se les dio por abrir la ventana y mirar allá como unos cien metros adelante entonces quizque miró una llamarada pero alta, del piso onde estaba pero alta, y entonces que don Hildo, dizque estaba acostado, entonces dijo, oiga, Hildo, parece que ahí viene una llamarada rara, y qué qué sería, quizque se levantó don Hildo y dijo “dónde viene”, y se asomó y ya había pasado, pal lao de La Estancia, pasando ese puentecito pa este lado, y entonces quesque se salieron pal patio a mirar y ya estaba puaquí en el bosque, pero eso es mientras se limpia el ojo ta en otra… Eso sí el avión que lleva es algo, algo, algo mejor dicho sin ruido pero que anda.
Adrián: ¿Y aparte de La llamarada otras apariciones, otras historias?
Don Félix: Esque era una muchacha, cuando pasó ahí por la ventana, una muchacha mona, blanca, con pelo blanco y la llamarada la lleva en la cabeza, aquí arriba… Dicho por una persona de confianza.
Don Luis: Esa muchacha yo me la encontré allí, de Cheva para acá, veníamos de unos aguinaldos cuando, bajaba una quebrada, la quebrada de La Estancia, bajábamos como a las 11 de la noche, e iba de para allá una muchacha con maxi-ruana, en ese tiempo usaban la maxi-ruana, de pelo largo, cuando sentimos fue que venía como una bestia y eso, desaforada, cuando menos pensamos miramos fue que pasó esa mujer puel al pie de nosotros, al medio de nosotros, pasó y más atrás venían otras personas ya no la encontraron.
Adrián: ¿Pero a ustedes no les hizo nada, solo pasó?
Don Félix: ¿No hacía ruido en el suelo, digamos como cuando uno anda?
Don Luis: No, no, solo pasó.
Adrián: Era como si flotara.
Don Luis: Pero primero escuchamos fue que iba como una bestia cuando la llevan trotando, (jadea), cuando menos apareció la muchacha esa y más atrás venía la otra gente y ya no la encontraron.
Adrián: ¿Y qué horas eran más o menos?
Don Luis: Como las once de la noche.
Jaime: ¿Y cómo se llamaba?
Adrián: Es la misma, la Llamarada, ¿no?
Don Luis: No, yo creo que no, yo creo que eso era como algún alma penando por ahí.
Don Camilo: Sí, dizque esa era la que tuvo siete hijos… Y todos los mató.
Adrián: ¿Esa que aparece?
Niña: La llorona.
Don Camilo: Sí, señor. Y la pena que le puso mi diosito fue que hasta que se salvaba de penar hasta que consiguiera los siete Juanes. ¿Y dónde los consigue?
Adrián: Mmm, ¿y sigue apareciendo?
Niña: Sí.
Don Camilo: Eso hace un tiempo que no.
Don Luis: Ya no.
Adrián: ¿Y la llamarada tampoco, hace cuánto usted la vio?
Don Camilo: Es que esa llamarada es la misma llorona.
Adrián: ¿Ah, es la misma llorona? ¿Y hace cuánto fue eso, cuándo fue la última vez que la vio?
Don Luis: Ya hace como unos diez años.
Jaime: ¿Y por qué no aparecerá más?
Don Camilo: Es que eso todo eso tiene terminación.
Don Lisímaco: Es que como dice el cuento, todo se acaba. Está como los aguinaldos: todo se acabó.
Don Luis: A mí se me presentó una noche, por ahí como a las 11 de la noche. Iba yo para Cheva.
Adrián: ¿Iba para Cheva? ¿De dónde?
Don Félix: Aquí debajo de la casa, por ahí como tipo siete, ocho de la noche, puai como las ocho, sí, escuro, entonces pasó de que íbamos aquí onde ta esa imagen, del Divino niño pallá, y sentí… había una vuelta así en la carretera, que la vuelta, había una casa, en ese trayecto, entonces, se sintió un carro que venía pero a toda, pero un gasolino que mejor dicho, entonces yo llevaba a un niño de la mano, y dije yo pues “hágase paca mijito porque no sea que el carro venga sin luces y nos coja en la carretera”. Lo cogí así por la orilla de la carretera, dije “oiga, pero salimos aquí a la casa pero el carro no pasó, cuando lo sentimos ya iba a atrás, mejor dicho ya iba lejos.”
Adrián: ¿Ah sí? Como si hubiera pasado pero no se hubieran dado cuenta.
Don Félix: Sí, exactamente. Ni hizo ruido cuando pasó poel lado de nosotros. Únicamente se sintió cuando venía a unos seis metros y cuando iba puallá otros cincuenta metros atrás.
Adrián: Ve, ¿y solo fue esa vez, y hace cuántos años fue eso?
Don Félix: Solo esa vez. Ya hace, puai unos veinte años. Eso ya hace un ratico.
Adrián: ¿Y alguna otra vez lo han así como asustado o espantado?
Don Félix: No. Hay veces llega uno a unos sitios, que le trata de movérsele el cuero a uno o las mechas se le echan a mover, así como, pero dicen que es cuando hay un tris de miedo, cuando se le mueve a uno el pelo así, uno siente que el pelo se le mueve, entonces es un alma que está por ahí cerquita o que tá penando, dicen así, pero no se ve nada.
Adrián: Ah, usted no ha visto, solo es como que se siente.
Don Félix: Sí, señor. Una vez estaba un perrito… Esa noche taba regando, y tenía un perrito que me acompañaba y el perrito taba a unos diez metros de lejos de yo entonces empezó a latir como si mirara una persona, entonces yo alumbré con la linterna a ver qué miraba por ahí y no, se miraba la mayoría de pasto, puai no se miraba bulto ninguno. Y apagué la linterna pa que lograra las pilas pa por la noche, entonces la apagué, yo regaba casi todo lo más a oscuras, y entonces el perro lo que, a lo que, se le acercaría el miedo o miraría el miedo, el perro se vino pa onde estaba yo y lelo pallá mirando y lata y lata y lata y lata, y yo alumbre y nada por ahí nada, entonces en la vaina de la cabeza el pelo se me movía como si tuviera animales en la cabeza, así, ¿tan raro, no?, y las piernas como a perder fuerza. (Risas).
Adrián: ¿De verdad? ¿Y usted estaba solo? ¿Y usted vive solo?
Don Félix: Solo, con el perrito… No, yo endespués, era que yo me tocaba regar de noche y de noche naide lo acompaña a uno, entonces me tocaba a yo solo.
Código: CLTC 458N
Año de recolección: 2018
Departamento: Boyacá
Municipio: Cheva, Jericó
Tipo de obra narrativa: Leyenda
Informante: Don Luis Galvis, don Luis Santos, don Lisímaco, don Víctor, don Félix, don Camilo Torres, niña: Comunidad campesina de Cheva, finca Tetavita
Edad informante:
Recolector: Adrián Freja
Fuente: Trabajo de campo sin publicar
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