Vamos, que era dura la vida de tío Burro al servicio de un señor de Chiriguaná. Por la mañana le atesaban el sillón y le daban talón y garabato y hasta la roza, entre el caño Mulato. Y el río Anime. A la tarde le echaban un tercio de paja y un medio costal de maíz sobre las costillas y vueltas a Chiriguaná con la carga, y el amo encima de ella. En los malos pasos porque eran malos; en los buenos porque había que apurar.
Llegando a la casa, el amo decía a la mujer y a los hijos: ”Échele un manojo de paja al huno y una bangaña de maíz al marrano”. Y así todos los días y todas las tardes.
Tío Burro se aburrió al fin y contó sus cuitas al hermano Perro. Míra lo que hace nuestro patrón. Me hace cargar paja y maíz y él se me echa más encima y cuando llegamos de la roza me hace echar un manojo de paja y a ese flojo del marrano le mandan echar maíz sabroso. A él que no hace sino hozar.
Perro prometió ayudar a tío Burro para que saliera de esa tiranía.
Al día siguiente, cuando iba a salir el hombre en su Burro, el Perro se atravesó, aulló, se armó una zambra, el Peno mordió el cabestro, Burro brincó, el patrón cayó patas arriba y tío Burro salió despedido rebuznando con angarillas y todo; ajuuuú, ajuúuú, ajuuú. A perderse.
En la región hubo un señor que hizo una roza muy grande y la sembró de buena paja con intención de criar sesenta vacas. Pero después se le dificultó y dejó los potreros abandonados, paja alta, muy magnífica. En toda la mitad se instaló el tío Burro. Y come paja, y come paja. Ese era tío Burro. Y con su angarilla y su arretranco.
Un día pasó por allí el tío León: Burro que lo ve venir y pára las orejas y lo mira con mucha solemnidad.
-“Señor, dijo León, entre todos los animales del monte yo no conocía uno como usted”. Tío Burro callaba.
-Señor, dígame: ¿qué son esas cosas largas que tiene usted en la frente? Se refería a las orejas.
– Esas son, dijo tío Burro ahuecando la voz, unas lanzas.
-Señor, ¿y eso que lleva usted en las costillas? Le miraba el sillón.
– Esa es mi coraza y mi cota de malla.
-Señor, ¿y eso que se le mueve atrás? (La cola).
– Eso es mi demoledora eléctrica. Y tengo ametralladora, y gases. Y más abajo dos catapultas, y zapateo contra un árbol con las patas traseras. Y además tengo corneta de órdenes, y pegó un rebuzno.
Tío León quedó admirado.
– Señor: usted es una fortaleza, un ejército completo. ¿Cómo se llama su merced?
-Yo me llamo Asno.
Tío León fue pensativo y temeroso por su reinado.
A la tarde se encontró con tío Tigre, su ministro de guerra.
-¿Sabes, hermano, que encontré al animal más poderoso de todo el monte? Tiene unas lanzas, una coraza, una demoledora eléctrica, una ametralladora y dos cata… no sé qué.
-¿Y cómo se llama?
-Pues es un animal llamarse Asno.
– Bah, dijo el tigre, qué Asno ni qué Juan Asno. Ese es Burro. A ese me lo como yo. Y salió corriendo para el potrero, diciendo:
– Qué Asno ni qué Juan Asno; tío León es un pén…
Allá llegó.
Burro que lo ve venir, le pára las orejas, y lo mira inclinando a un lado la cabeza.
Cuando el tigre se le botó, tío Burro volvió la grupa y salió dando patadas, rebuznando y disparando toda la paja que se había comido y el viento que estaba dentro de los cañutos.
Con las muelas todas machacadas, tío Tigre se disponía a huír cuando tío Burro se le volvió y se le monta encima y a manotones y con todo lo que pudo lo maltrató. Lo volvió al revés.
Y así acabó su vida tío Tigre.
Tío Burro quedó rey del monte para que León le moliera los bollos le cortara la leña y le trajera el agua en la múcura desorejada.
Código: CLTC 334N
Año de recolección: 1952
Departamento: Magdalena
Municipio:
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante:
Edad informante:
Recolector: Enrique Pérez Arbeláez
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: La cuna del porro. Insinuación folklórica del departamento del Magdalena en Colombia
Año de publicación: 1952
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