Un hombre casado con su mujé tuvieron viviendo, tuvieron viviendo, hasta que tuvieron tres hijos, al primero le pusieron Juan, al otro Pedro y al otro Diego. Juan dijo un día: papá y mamá, échenme la bendición que me voy a buscar la vida y mujé con quien casá. Se fue caminando, y entre más caminaba más andaba y se hacía que no andaba, y andando iba; camine, camine y entre más caminaba más andaba y se hacía que no andaba, y andando iba.
Llegó donde un viejito: ¿usted qué anda buscando, joven? Yo voy a buscar la vida y mujé con quien casá. Dijo el viejito: usted va a encontrar primero un dragón y lucha con ese dragón, y si gana, va a buscar la hija del rey que le están buscando marido. Iban todos los jóvenes a ver si los aceptaba el rey. Y el tipo camine, camine, y entre más caminaba, más andaba y se le hacía que no andaba, y andando iba. Llegó donde estaba el dragón. Apenas llegó empezó a peliar pero el dragón ganó.
El segundo, viendo que el hermano no volvía dijo: papá y mamá, échenme la bendición que voy a buscar la vida y mujé con quien casá. Le dijo el papá: pero ya tu hermano se fue, ¿y vos Pedro, te vas a ir? Sí, yo me voy. Así es que se fue. Llegó donde el viejito que le dijo: vea, yo le voy a dar este polvo; usted va a llegar donde un dragón a peliar con él, cuando el dragón le vaya a tirar candela le echa el polvo, y pasa. Si usted no le tira el polvo antes —eso mismo le había dicho al hermano mayor— pierde. Así que él iba camine, camine, y entre más caminaba y se le hacía que no andaba y andando iba, cuando ram, el dragón, y el muchacho ram, le sopló el polvo y el dragón quedó dormido, pasó.
Se fue por allá, y se encontró con otro viejito, que le dijo: ¿y usted pa’ dónde va? Yo voy a buscá la vida y mujé con quien casá. Ya usted le ganó al dragón, ahora se va a encontrar con una viejita, no vaya a comer lo que le da, porque lo va a envenenar. Se fue, camine, camine, camine y andar, y entre más caminaba, más andaba y se le hacía que no andaba, y andando iba, cuando llegó con hambre a la casa de la viejita. ¿Quiubo sobrino? Eche pa’ cá, ese buen mozo que ha llegado. Se acordó que el viejito le dijo que no fuera a comer. Pero si no es esta la viejita, de pronto es otra. De tanto la viejita rogarle, le sirvió la mesa, el muchacho comió, y la viejita lo
transformó en un sapo, y lo tiró a una laguna.El último de los hermanos pensaba: ¿qué hago? Tengo que ir a buscar a mis hermanos. Papá y mamá, échenme la bendición, me voy a buscar la vida, a mis hermanos y mujé con quien casá. Se fue, se fue, llegó donde el viejito, le dio el polvo para el dragón, al arrimar donde la viejita, el muchacho había reservado su comida. Cuando le sirvió la mesa, el muchacho, ram, sacó su comida y pa, pa, pa y se guardó la comida de la viejita.
Caminó y se encontró con un viejito que le preguntó: ¿usted pa’ dónde va mijo? Yo voy a buscar a mis hermanos. Por aquí pasó su hermano mayor y el otro. Cuando llegó donde el otro viejito, le dijo, por aquí pasó, y cuando llegó al labrador, le dijo: usted, va a llegar con mucha sed, no vaya a tomar agua, porque se pierde. Llegó el muchacho que tenía tres perros, Cancaniji, Arrancafierro, Sorbetealviento y se los llevó. Pasó por donde el dragón, por donde la viejita con sus perros, y llegó donde el labrador. El muchacho se descuidó y el labrador le cogió los perros, y se los amarró. El muchacho se fue, y esa sed que sentía.
Cuando llegó se tomó el agua, pero no toda, quedó consciente, y sentía que se le vinieron un poco de tanques de agua y quería salir, hasta que empezó a gritar: ¡Cancaniji, Arrancafierro, Sorbetealviento, vengan acá! Cuando los perros oyeron la voz del amo, ese Arrancafierro rompió las cadenas que tenían los otros dos, y se han ido. Ese Sorbetealviento era el que iba adelante, dirigiendo. Llegaron allá, y busque, y busque, y busque, cuando Cancaniji encontró al muchacho que lo habían metido en un estanque, y empezaron esos perros a luchar, hasta que lo sacaron del estanque, y lo salvaron.
Después el muchacho se presentó al rey, y le dijo: vengo a pedir la mano de su hija. ¿Y usted de dónde viene? Vengo de lejos. Donde vivía el rey se llamaba la ciurá de Iré y No Volveré. El Rey se puso a pensar: ¿qué hago? Además, su sacareal majestad, mis hermanos se vinieron también a ver cómo conseguían la mano de su hija, y perecieron. Yo sí tengo una hija, pero si usted pasa la prueba.
El joven se imaginaba una reina bien linda. De pronto vio una muchacha leprosa, peada. Empezó la muchacha: quiero anchá, quiero anchá, quiero anchá. ¿Con quién querés anchá? Con ese buen joven que ha llegado. El muchacho: ay Dios mío. Muchacha: quiero anchá, quiero anchá. ¿Qué es anchá? No le contestó. Váyase conmigo. La muchacha así, toda chandosa, se fue, y era que quería ensuciar. Entonces, el joven la acompañó y le dijo: la voy a bañar. Y la bañó, y como había el este (se sabía) de que los perros lambían las llagas y sanaban, la muchacha le dijo que la regresaran a casa. Al llegar el muchacho dijo: mamá, ¿por qué no permite que los perros la sanen? La señora dijo: no hay problema. Los perros le lambieron las heridas.
Cuando fue a dormir: aquí no hay otra cama, le toca dormir con ella. ¡O duerma en un cucho! No hay problema. Arropó a la muchacha, no la podía tocar por ningún lado, y se acostó. Al otro día se despierta. Amaneció en una cama y una belleza al lado. ¿Cuando yo me acosté, la cama era una chuza? Estaba el muchacho levantándose cuando entró el rey: ¡usted es el que se va a casar con mija! Han venido jóvenes, y nadie había hecho lo que usted hizo. Se casaron, bailaron, gozaron, bebieron y todavía son felices.
Código: CLTC 585N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Guapi
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Maura Orejuela de Caldas
Edad informante: 65
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
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