Mi mamita era la que contaba que para buscar novio, conseguir novio o novia, los papás le ponían un arrume de troncos para rajar, pero los troncos eran de esos torcidos que esa leña no se puede rajar derecho sino torcido, eso al echar l’hacha sale es el bocao. Bueno y si el muchacho rajaba toda esa leña, se ganaba a la novia, pero a la novia la colocaban también en una cocina oscura y la ponían a hacer las arepas pero para hacer las arepas tenía que moler dos o tres arrobas de maíz y trigo, pero en piedra, en piedra, sí, en piedra, y para hacer las arepas era cocinarlas o asarlas con el espino, y si la muchacha se comprometía con tuese sacrificio a hacer las arepas en esa humareda y con toesos espinos, que esos espinos ya saben que espino es porque tiene espinas, eso lo chuzan a uno las manos para meterlo al fogón y todo eso, y si la china se hacía toesas arepas, primero molerlas y después a hacerlas, se ganaba al novio.
Por qué lo hacían, por qué lo hacían, era porque verdaderamente si el hombre se comprometía a hacer eso era porque era un hombre fuerte para el trabajo y así también ser responsable a cuidar y educar los hijos. Y la mujer lo mismo, sí, que no los dejaba morir de hambre, porque sabía cocinar así fuera de la forma que fuera tenía que cocinar la comida.
Código: CLTC 470N
Año de recolección: 2018
Departamento: Boyacá
Municipio: Ventaquemada
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Rosalía Porras de García
Edad informante: 80
Recolector: Adrián Freja
Fuente: Trabajo de campo sin publicar
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