Los animales del monte para celebrar el aniversario del león como rey de la selva, buscaron al hombre más inteligente y astuto, el conejo. Hizo la lista, pero como nadie puso plata le faltaban las monedas y no tenía cómo comprar bebidas y todas esas cosas.
Se fue pues donde la cucaracha y le dijo: présteme cien riales que yo mañana al medio día se los pago, yo eta noche recolecto la plata entre los que no me han dado. Vea tío, yo tengo una platica guardada, pero eso sí, con la condición que mañana me la da. Yo se la doy, respondió. La cucaracha entregó los cien riales.
Se fue hacia donde la gallina: sobrina, présteme cien riales que mañana yo se los doy a punto de medio día, así quedamos. La gallina los dio con gusto y no le puso ninguna condición. En esas pasó la zorra: sobrina, présteme cien riales que los necesito, estoy reuniendo la plata para mañana. Vea tío, yo tengo una plata ahí, pero esa es de los muchachos, y yo con esa plata no me gusta. ¡Pero ya que usted dice! Eso sí, a punto del medio día me la da, porque si no… No, no, no, no es problema, se los doy.
En esas venía el tigre. Vea, tío, usted sabe que entre nosotros la relación no ha sido buena, pero como mañana es la fiesta de nuestro rey y vamos a celebrarla, yo tengo el problema de una plata. ¿Cuánto sería? Cien riales, yo mañana cumplo, al medio día se la entrego. El tigre le prestó la plata de su comida, ya sabe que si no me la da, ¡me lo como!
Se formó la fiesta y la parranda y ta, ta, ta. Al otro día, ¿cómo iba a arreglar ese problema? Llamó al mico, y le dijo: vamos a hacer un arreglo tú y yo, que hemos sido buenos amigos, me vas a ayudar porque no voy a poder pagar esta plata y sobre todo a mi tío tigre, y si no le pago, este me mata. Así es, yo tengo un palo de caimito, velo, que está bien cargado. Mañana te vas al punto de las doce, te subís, comés todos los caimitos, todos los que querás, solo que ponés el ojo y cuando veás que uno viene, me avisás, no má.
Al otro día llegó el mico, agarró a comer caimito y a brincar de rama en rama, cuando ya, al punto del mediodía le dice: tío, allá viene uno. ¿Quién será, tío de mi alma? Es mi Sobrina Cucaracha. El mico se escondió y el conejo se puso a hacer la comida, sople y sople y sople el fogón, cuando la cucaracha dijo: Avemaría sin pecado concebida. Suba pa’ arriba, sobrina, yo le tengo su platica, solo que por agradecimiento quiero que almorcemos juntos, quérese un ratico, que ahora que esté el bocadito comemos. Yo le pago y usted se va. Bueno.
Dice el mico: tío, allá viene uno. ¿Quién será tío de mi alma? Se parece a mi Sobrina Gallina. Dice la cucaracha: vea tío yo me voy, porque yo con la gallina no me gusta, deme lo mío que me voy. No, no sobrina, cómo se le ocurre, si aquí en mi casa no le pasa nara, usted no haga sino que métase aquí atrasito en la rejita, y estese ahí, que ahora que la gallina venga yo la despacho, a lo mejor no la dejo subir, yo mando aquí. ¡Usted no se preocupe!
La gallina: ¡Avemaría, sin pecado concebida! Suba pa’arriba. Tío vengo por la platica. Ya voy a bajar la ollita para que comamos, y yo como la sé atender no se me vaya, venga. ¿A usted le gusta la cucaracha? ¡Claro, ese es mi plato! Aquí está una cosita que le estoy guardando. Destape ahí. Así es que destapó, se comió la cucaracha.
Estaba sobándose su pancita, su buchecito, cuando dice el mico: tío, allá viene uno. ¿Quién será tio de mi alma? ¡La zorra! De pronto dice la gallina: huele a zorra, ay, bendito sea Dios, Dios mío. ¿Esta jedentina qué e? Yo no sé, poque yo aquí no recibo visitas, yo como soy hombre solo, para que no me vayan a achacar gente que no tiene que ver conmigo, yo no recibo visita, vea ve.
Dice la Sobrina Zorra: Tío Conejo yo vengo, como usted me citó a esta hora. Sííí, no faltaba má, aquí está su platica completica, y como lo prometido es deuda, yo ahí le tengo. Vea, destape ese cajón de ahí, le tengo su guisado. Así es que al destapar se comió a la gallina.
La zorra estaba pavoneándose, cuando el mico de nuevo: piss, piss, piss, piss, tío, allá viene uno. ¿Quién será, tío de mi alma? Es mi Tío Tigre. Sobrina zorra, ¡escóndase! Yo le pago al Tío Tigre, lo despacho y seguimos conversando.
Aquí está la plata Tío Tigre, usted siempre tan buena gente, vea que no me puso problema, vea que no me dijo que no y yo le tengo sus realitos, toiticos juntos, y también le tengo aquí, vea ve, una cosita.
Tun, tun, tun, asómese ahí. Apenas vio a la zorra se la comió, pero luego al llegar el león, ahí sí ya era asunto entre pesos pesados. Así es, se agarraron, y el león estaba arriba y al ratico el tigre arriba y gritos no má. Tío Conejo estaba a la expectativa de que se encendieran de gravedad y para que los dos se murieran, llamó al cazador, porque estaban atemorizando la selva.
Aquí no queda más remedio que matar a esos animales, de pronto quedan heridos, se curan y vuelve y hay otro problema, qué se va a hacer. Primero le disparó al Tío Tigre matándolo y luego al Tío León, quien elevándose herido cayó encima del Tío Conejo, que estaba vigiando y lo aplastó.
Código: CLTC 553N
Año de recolección: 2010
Departamento: Valle del Cauca
Municipio: Buenaventura
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Etelbina Arana
Edad informante: 75
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
No comment yet, add your voice below!