Este endriago, de nombre perfectamente indígena y a lo que se nos alcanza de pura extracción quechua (de turu, lodo, cieno y mama, madre), según lo que recuerda Rosa Delgado, mujer septuagenaria y en pleno uso de sus facultades mentales, era una vieja arrugada, feísima como el demonio, que en vez de pies tenía cascos de mula y las tetas tan alargadas que las cargaba en los hombros. Esa vieja espantosa, en altas horas de la noche “bajaba llorando por el río del Egido” desde la posta hasta los dos puentes y allí se perdía. Los que pudieron verla contaban que en medio del llanto, decía: “Dónde te hallaré, dónde te encontraré”, y que al parecer era inofensiva, aunque su vista ponía pavor en los nocherniegos. La informante dice que nunca la vio, pero que su padre “sí la vido una noche que regresaba tarde a la casa”; que se desmayó del susto y desde entonces le acometió una enfermedad que nadie sabía qué era y nunca más volvió a salir de noche.
La “gente de antes”, agrega la Delgado, decía que la Turumama, era alma en pena, en castigo de haber botado al río a la criatura que dio a luz sin ser casada, para tapar su vergüenza y que ese crimen lo estaba purgando no se sabía por cuánto tiempo, o si sería hasta el fin del mundo. Observamos que esta conseja tiene en el fondo puntos de contacto con la de La Llorona de otras regiones del país, sin que pueda saberse dónde se originó y cuál ha sido el ámbito de dispersión de la fábula.
Código: CLTC 454N
Año de recolección: 1969
Departamento: Nariño
Municipio: Pasto
Tipo de obra narrativa: Leyenda
Informante: Rosa Delgado
Edad informante: 70
Recolector: Sergio Elías Ortiz
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Consejas y creencias de tipo folclórico de la región de Pasto
Año de publicación: 1969
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