En la playa de los nayeros (natural del río Naya), hicieron una fiesta. Bailaron, invitaron a todo el personal de sus amigos y empezaron a cantar. Tocaban el currulao, sonaba la marimba, sonaba el cununo, respondía el guasá, luego las voces de los hombres y mujeres. Baila que baila, baila que baila y se va iendo la noche, baila que baila y se va iendo la noche, hasta que amaneció.
Era tiempo de fiesta de todo ser humano, empezaron a cantar en la playa los nayeros, pero no se podía arrimar porque le daban machetazos. Cuando cantó el señor mayordomo de la fiesta empezaron a peliar. El uno le tiraba a uno, el otro le tiraba al otro, el otro le tiraba. La dueña de la casa: señores dejen la bulla, esta fiesta estaba buena, ¿quién la vino aquí a dañar? ¡Ay Dios mío! ¿Qué será lo que ha pasado? Nadie le contestaba porque todo mundo se estaba tirando golpes. Dele pa’ llá, dele pa’ cá, dele pa’ llá, dele pa’ cá, dele pa’ llá, dele pa’ cá. Tenían una lora del monte encima del soberao y se vino la lora, tas, tas, tas, tas, tas, tas, tas, tas, tas. Dijo: dejen la bulla.
Cuando oyeron esa voz delgaditica, ahí mismo todo mundo paró y se puso a ponerle cuidado a la lora. Dijo: dejen la bulla. Se quedó todo mundo en silencio, apenas mirando la lora. Y dele baile, y dele baile, y dele baile, y dele baile; cuando se vino la lora bajando, y se vino bajando, y se vino bajando, de palo en palo porque ella se monea por los palos. Se vino bajando, se vino bajando, se vino bajando, se vino bajando hasta que cayó. Dice: allá, más allá, hay una lora parida. El macho: ¿qué es que decís? Más allá está una lora parida. Le contestó el macho: hay que mandarla a traer pa’ hacer una gran comida.
Y ahí mismo se jue, y pas, pas, pas, pas, en el pico traía la lora y pan, la tiró en medio del salón y regó la plumería, todo ese poco de plumas. Ahora sí la recogieron, dijieron: nosotros como estamos aquí alegres, bailando, hagamos un sancocho pa’ comerla. Así que inmediatamente se cogió la dueña de la casa, la peló, la cocinó e hizo el sancocho, y todo el mundo tomaba su sopa y comía su presa, y dele baile, y dele baile, y dele baile, pero el señor que fundó el baile, estaba con el sentimiento que habían cantado esa canción. Dice, bueno, esta cosa de dónde salió. Sijidonio, se le olvidó que usted fue el que la sacó. Le dijo el otro: ay vo sos, yo soy. Le dijo: ¿qué querés? Vení pa’ que nos entendamos. Y pegó Sijidonio pa’ su casa. Llegó y le dice: mujé, dame mi machete que voy a matarme. Ay, vo no vas a peliar hijito. ¿Qué es lo que te ha pasado? Allá me están citando pelea y yo no voy a ser una persona tonta pa’ yo no seguir mi pelea, tanto peliá conmigo, hay que peliá, y se jue.
Decían: allá viene, allá viene. Ese hombre viene armado, trae una peinilla y llegó: ¿qué querés? Bailar, le contestó con su peinilla en la mano, bueno ahora sí. Dele baile, dele baile, dele baile, dele baile, dele baile, dele baile. Señor, hasta que vino la noche, bailaron, comieron, le dice, aquí hay una cosa: yo tengo una escopeta que no falla matando pájaros, matando conejos, matando venao, matando de todo, cuál es el que se compromete a llevarla al monte y me trae una ave aquí. Le dijo el compadre: yo me comprometo compadre. Así es que se jue, cargó la escopeta de chimenea, aquí le doy pa’ si tira una, cargue la escopeta pa’ que tire dos.
Se jue el hombre, camina andar, más andaba, camina andar y el baile está siguiendo, camina andar, entre más caminaba más andaba, camina andar, entre mas caminaba más andaba, hasta que por fin llegó a un rastrojo que había de toda mata sembrada, yuca, rascadera, y todo. Se quedó mirando pa’ l aire: no veo un ave, no veo un conejo, no veo un armadillo, no veo nada. ¡Ay! Este monte por qué es así frío. Cuando en eso, cocó, cocó, una pava cantona, la que tiene el copete, cocó, cocó. Mira está cantando. Y llegó y se jue agachado, y se jue agachado, y se jue agachado, y se jue agachado, y se jue acercando pa’ donde estaba cantando. A lo que miró no era una sino eran dos, y cogió la escopeta y paaaann; pu, pu, pu, pu, pu. Se voló la una y la otra cayó. Dijo: ay no caramba, siquiera viniera la otra pa’ matarla. Pas, pas, pas, pas, pas, pas, pas, pas, se jue lejos, aquí me voy a quedar pa’ ver qué otro pájaro pasa. Dele pa’ llá, dele pa’ cá, dele pa’ llá, dele pa’ cá, dele pa’ llá, dele pa’ llá, dele pa’ cá, cuando en eso pas, pas, pas, pas, viene un negrito volando: qué será. Y miraba, y miraba.
Un paletón (ave silvestre) dijo: cargar esta escopeta pa’ tirar a este paletón, pero esto no es equivalente, cargar una escopeta y descargarla por un periquito de esos. Yo quiero es una cosa grande, pero no aparece, así es que pasó el paletón y le dice: pasá tranquilo, que no te voy a hacer nada, se jue. Días van y días vienen, llevó la pava, se la comieron. Le dice: compadre, ¿quién se compromete a traerme otro pájaro, o de la tierra o del aire? Hay gente que está dormida, si no estuviera dormida. Yo estoy despierto. ¿Qué pasó? Andá, matate una ave, tomate el plato con la sopa y te tirás al monte, que mi compadre trajo la pava. Ya estamos comiendo, páseme mi mate pa’ tomar. Así que cogió su mate, se tomó la sopa y dice: ya él hizo una hazaña, pero yo voy a hacer que el hombre haga una hazaña que a Dios engañe.
Se jue, camina andar, entre más caminaba más andaba, camina andar, entre más caminaba más andaba, camina andar, entre más caminaba más andaba, hasta que llegó: ¿dónde sería que mi compadre mató esa pava? Como hay diferentes rastrojos voy a ponerme en el segundo, porque el primero tiene que ser que mi compadre, yo no le pregunté, se puso en el segundo. Espere, espere, nada; espere nada; espere nada. Dios mío, no va a pasar nada, ninguna clase de animal. Cuando venía una mancha de doce zainos (animal silvestre), estos zainos sí, aunque uno llevo. Se agachó, se tiró por el monte, cargó la escopeta, dijo: cae o no cae, cae o no cae, y paaaann. Cuando vio que el zaino pa, pa, pa, pa, pa, se revolcó, cogió, lo tiró al hombro y se jue. Qué les dije, qué les dije, yo no soy bobo, que uno hombre hace una hazaña que a Dios engaña. Usted trae una pava y yo traje carne pa’ comer bastante.
Llegaron las mujeres y empezaron a cocinar y fritar, estaba gordísimo. Se lo comieron y después que se lo comieron: ¿quién dice que va a matar otro animal? Nosotros nos vamos de esta fiesta, ya se acabó, cada uno va a pescar pero pa’ su canasto, hasta luego. Dice: compadre, le voy a decir una cosa. Sí compadre. Dígame, ¿usted por qué se jue? ¿Por qué usted mató ese zaino? No compadre, no jue por eso, sino por la fiesta larga. Mejor es irse pa’ su casa con tiempo. Le dijo a la mujé: ya nos divertimos con todos nuestros amigos, nos vamos. Vámonos, marido. Mi mamá me está esperando, le dice la mujé al marido, pero vos por andar bailando no habíamos ido pa’ allá. Sí, ahora vamos.
Se arreglaron, se vistieron y cogieron su potrillo, cada uno su canalete y dele pa’ delante, y dele pa’ delante. Llegaron donde la suegra, los abrazó con la mano, les dio un beso. Acabando, acabando, se acabó mi cuento, sea mentira o sea verdad que se abra la tierra y se vuelva a cerrar.
Código: CLTC 576N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Guapi
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Diomedes Portocarrero
Edad informante: 80
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
No comment yet, add your voice below!