La mula que hizo la grandeza de Antioquia con las mujeres y las minas, entra en la fantasía popular de los chocoanos como carne de superstición y de leyenda. San Francisco, que la colocó como arrullo del Niño Dios en el Portal del Nacimiento, y fray Luis de Granada, que la celebró como signo de jerarquía del nuevo orden cristiano, estarán asombrados al saber que un puñado de hombres la tienen como encarnación del diablo, como señal de locura, como castigo y como muerte. El hermano de Asís meneará la cabeza, negando lo que afirman tantos africanos.

Para los hijos del Atrato, y para los del pecho del San Juan, el endriago aquel es hecho cierto. La han visto rompiendo el aire de las madrugadas, cerca de las estrellas, encima de las casas pajizas, sobre las calles retorcidas. Tasca freno, entra por los establos. El viento que la sigue es revuelto, hediondo y alocado, hasta el punto de tumbar los portones, las puertas y ventanas.

Empieza sus correrías por los días de Semana Santa, cuando hay ángeles que batallan para sembrar la redención. Para entonces se le alborota el deseo de que sepan que existe. Con herraduras de fuego recorre bajíos, cumbres y barrancos, echando espumas por la boca y con la crin desmelenada. En su lomo un bulto descomunal, vestido de negro, castiga y empuja, impreca y espolea.

La tradición asegura que el estado mular lo adquieren las mujeres que juegan al amor con sacerdotes. Basta con mostrar en el confesonario la llanura del pecho y lo que aflora sobre él, para que el cambio se realice. Una palabra de amor en el caracol de las orejas, una sonrisa libre, el estrechón de manos demasiado afectuoso, el cultivo de las intimidades o la labranza zalamera de las miradas indiscretas, lleva a la metamorfosis, a volar por los riscos, a dar coces contra las paredes, a torcer ollas y recipientes de metal que recogen agua en los aleros.

Mancillado el carácter sacerdotal, aparecen los signos diablescos en la fémina atrevida. Los miércoles caen las trenzas y las cejas, y un dolor de cabeza permanente muerde por la sien y el occipucio. El ojo derecho se hace rojo y las piernas comienzan a secarse. Hay asco por la carne, pasión por los ajíes, miedo a los colores encendidos. Alfileres, navajas, machetes afilados, tizones encendidos y ropa blanca, todo molestará a la embrujada, que deseará dormir los sábados de cada semana en cuartos solitarios amurallados con ceniza.

El Jueves Santo es el único día que le provoca ir a misa. Es el momento de reconocerla. Para eso se cubre con un sombrero de varón el primer rastro del pie derecho que deje en el pavimento de la iglesia. El que se atreva a tanto, debe plantarse junto al sombrero, que sólo se moverá de su sitio a la hora de la elevación. Si la acusada está poseída del demonio, al quitar la prenda de vestir aparecerá una herradura firmemente grabada sobre el suelo. El que hace la prueba, como los que miren el dibujo, quedan con la solemne obligación de confesar su pecado nueve años seguidos para la fiesta de San Hermenegildo.

Este descubrimiento pone en manos del vulgo la vida de la pecadora. Pinchar los clavos extremos del arabesco, es enceguecer a la cuitada. Rociarlo con agua bendita o sahumarlo con incienso o cera virgen, es enloquecerla para siempre. Trazar cruces, golpearlo, soplar o rasguñarlo, es atentar contra la carne física de la que por un beso de amor piafa sonámbula a la hora en que la noche es más densa. Escupir la herradura proporciona a la mula sarna o carate blanco en la mitad de la cabeza.

Puesto que pecó por amor, se la perdona con frecuencia. No hay derecho a herir a la que vivió la dicha con el corazón y los sentidos, con la sangre y la mente. Para evitar su encuentro, funesto casi siempre por los días de pasión, se gritan las familias y los amigos:

En tiempo de mula
que nadie salga,
y si sale que lleve
camisa blanca.

 

Código: CLTC 415N

Año de recolección: 1960

Departamento: Chocó

Municipio:

Tipo de obra narrativa: Leyenda

Informante: 

Edad informante:

Recolector: Rogerio Velásquez M.

Fuente: Artículo de revista

Título de la publicación: Leyendas y cuentos de la raza negra

Año de publicación: 1960

 

 

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