Estaba un señor casado con una mujé, y tenía una hija de la anterior mujé. El señor se iba a trabajar y la magrastra ponía a la niña a hacer todos los haceres. Cuando venía el marido le ponía quejas y la castigaba, la ponía a hacer el almuerzo y le daba a ella la sopa vacía y al hijo de ellos toda la carne. Cuantos más días la entenada más gorda y el hijo más flaco. La señora pensaba: ¿por qué mi hijo es más flaco y ella más gorda? No sabía que le estaba dando en la sopa toda la vitamina y al hijo todo el bagazo, creyendo que estaba haciendo bien con el hijo y le estaba haciendo un mal.
Así y así, seguía y seguía, el hombre llegaba de trabajar: ¿cómo está mi hija? Está muy bien. ¿Y dónde está? Haciendo tareas. Mentira, que la tenía castigada. Volvía y se iba el señor, ella la sacaba y la ponía a hacer otra vez todos los oficios. Hacía la comida y le daba otra vez toda la sopa sola y nada de presa y la niña cuantos más días, más gorda porque se estaba comiendo todo el alimento, y el otro estaba comiendo el bagazo.
Un buen día castigó a la niña, la llevó al huerto y la mató, y ahí donde la enterró nació una mata de bello frondosa, y unos frutos muy bonitos. Y el papá llegaba: ¿dónde está mi hija? Está donde una compañera haciendo trabajos y el señor confiado. En eso, cuando un buen día jue el hermano al huerto y ve esos frutos tan bonitos, y echó a coger uno, cuando el huerto:
(Canto) Mi hermano por ser mi hermano no me arranque los cabellos, mi magrastra me ha enterrado por una fruta de bello, la puse sobre la mesa y el perro se la comió y por una pendejara mi magrastra me enterró.
No cogió el fruto el muchacho; le dice al jardinero que allá hay una fruta muy bonita y que vaya a cogerla, cuando va a coger el fruto: (Canto) Jardinero, jardinero no me arranqués los cabellos, mi magrastra me enterró por una fruta de bello, mi magrastra me enterró.
¡Huy! Ese árbol está vivo. Se jue porque no pudo coger la fruta. Otro día llevaron al papá al huerto, esa fruta tan bonita, comestible y este le manda la mano. (Canto) Mi padre por ser mi padre no me arranqués los cabellos, mi magrastra me ha enterrado por una fruta de bello, la puse sobre la mesa, mi magrastra me enterró.
Bueno, dice el papá, pero, ¿cómo? Y se va el papá para la casa y le pregunta: ¿dónde está mi hija? Está donde una compañerita. ¿Seguro que está? ¡Lléveme donde está! No, yo no sé dónde vive la compañera. Le dice él: vamos pa’ l huerto que hay una fruta muy bonita. Llega, ay, ella con esa ansia cuando le contestó:
(Canto) Mi magrastra por ser mi magrastra no me arranque los cabellos; mi magrastra me ha enterrado por una fruta de bello, la puse sobre la mesa y el perro se la comió y por una pendejara mi magrastra me enterró.
Así que mejor dicho, el señor: ¿vos la mataste? Que yo, no. ¡Vos la mataste! Así que el señor jue, consiguió una pala y cave, y cave, y cave, y cave, cuando incontró el cuerpo de la niña.
Se jueron y jueron caminando hasta la Alcaldía, y le dijo al señor alcalde: esta señora ha matado mi hija. ¿Y cómo lo sabe? ¡Venga le muestro! Así que se jueron allá, por no alargar el cuento la magrastra quedó en la cárcel y el papá sufriendo.
Código: CLTC 551N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Timbiquí
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Hipólita Angulo
Edad informante: 60
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
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