Un hombre casado con su mujer, tuvo tres hijos. Se llamaron Pedro, Juan y Diego. Un día el padre les dijo que el que le trajera del vecino país la flor de lilolá, recibiría una fortuna.

Los muchachos se pusieron en camino, pero al llegar a cierta parte, la trocha se convirtió en tres, por lo que tuvieron que separarse. Juan tomó la carretera del centro, y los otros siguieron por la derecha y por la izquierda.

Andando, andando, Juan consiguió la flor, que era muy bonita y virtuosa. Pero sus hermanos lo esperaban en la boca de los tres caminos donde se habían separado una tarde. Al llegar Juancito, le hicieron una gavilla (atacar en pandilla) y lo mataron. Los hermanos mayores llegaron a su casa, donde recibieron la fortuna. Pedro y Diego vivieron felices con los mil pesos que les dio su padre. Un estanciero dueño de la finca donde habían enterrado a Juancito, se metió un día a un matorral de guaduas, y oyó, al tocar la tierra, este canto:

Padre abuelo, no me toque,
ni me deje de tocar,
mis hermanos me mataron
por la flor de lilolá.

El campesino se fue al pueblo y contó lo que había oído en su hacienda. El rey, padre de Juancito, llevó andas al sitio donde se había oído el canto. Después de cavar con una palendra (pala, azada) sacaron el cuerpo del muchacho. Sus hermanos fueron castigados quitándoles la fortuna recibida y echándolos de la casa para siempre. Juan fue colmado de oro, y tuvo pajes y comitivas.

 

Código: CLTC 406N

Año de recolección: 1955

Departamento: Chocó

Municipio:

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante: 

Edad informante:

Recolector: Rogerio Velásquez M.

Fuente: Artículo de revista

Título de la publicación: Cuentos de la raza negra

Año de publicación: 1959

 

 

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