El fantasma o la personificación de este mito está ligado a una antigua leyenda campesina, según la cual una anciana mujer, por mandato divino, fue condenada a vagar por los llanos, los montes solariegos, los anchos ríos, por las quebradas y por los caminos reales, entre •oscurito y claro, cuando amenaza lluvia y ya empieza a “tintinear” ; o en la madrugada grande, cuando todo está en silencio y el gallo no ha empezado a cantar, provista de una llama o hachón encendido que ilumina su paso en medio de un infernal chisporroteo. La leyenda relata que era aquella una señora demasiado indulgente con sus dos nietos, a quienes perdonaba toda clase de travesuras sin hacerles la más mínima reprensión. Su alcahuetería llegó al extremo de que un día se les antojó ensillarla y montarla como si fuera una bestia; y ella, cerno si tal, los dejó obrar y los muchachos la cabalgaron todo el tiempo que quisieron sin recibir ninguna protesta por parte de la anciana. Muerta la señora, fue llamada a rendir cuentas, y se le reprochó la falta .de severidad para con sus nietos, por lo cual no fue admitida en el reino del cielo mientras no purgara su pena, consistente en la antes referida. De ahí que los campesinos la llaman vieja farolana, alcahueta, y así por el estilo.
A los viajeros de a caballo se les aparece a la orilla del camino, los sigue y se les monta en la grupa para atormentarlos, arañarlos y privarlos del sentido. Persigue a los borrachos, a los malos padres, a los enamorados banales, a los que andan en malos pasos, a los que acostumbran viajar a altas horas de la noche, a los perjuros y a los masones.
Si se quiere atraer y conocer más de cerca a la Candileja, se reza; más si se quiere ahuyentar hay que insultarla tratándola de vieja farolona, alcahueta, el demonio te ha de tener en la “paila mocha”, el “Mandingas” te ha de tener en los “profundos”, y otras tantas injurias, amenazas y maldiciones. Se manifiesta en forma de un chisporroteo de luces rojizas y se ve que baja por la madre del río, en las grandes crecientes, se le ve a lo lejos sobre la cresta de los cerros elevados; se aparece la luz de la Candileja en las casas abandonadas o solitarias, en las ruinas; en los caminos reales, en los sitios en donde se cree que haya tesoros enterrados, en los llanos y en las playas solitarias. A veces se distinguen tres hachones: el de la anciana y los dos de sus nietos, y a la vislumbre se ven los tres bultarajos que avanzan en fila. Algunos han confundido su lumbre con la llama de alguna guaca, pero los grandes conocedores campesinos la distinguen inmediatamente, pues la luz de una guaca que arde es blanca o azulita, según sea de oro o plata, y es mansa y de un bello matiz; mientras que la de la Candileja es rojiza, que echa chispas como si fuera un tizón azotado por la brisa; es, además, inquieta y se mueve como un fantasma, se aparece de repente y desaparece en la misma forma.
Código: CLTC 437N
Año de recolección: 1962
Departamento: Tolima
Municipio:
Tipo de obra narrativa: Leyenda
Informante:
Edad informante:
Recolector: Misael Devia M.
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Folclor tolimense
Año de publicación: 1962
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