En una fiesta que hicieron los animales, se acabó el trago y se pusieron los bebedores a pensar quién podía ir al pueblo vecino a conseguir unas botellas de anisado para continuar la parranda. El primero en excusarse fue el Tigre, con estas palabras:
-Yo no voy, amigos, porque estoy mareado. Temo quedarme en el primer guaico que atraviese, pues la mona (borrachera) me da, en los últimos tiempos, con trasbocaderas, sudores y descoyuntamiento de todo el cuerpo. Es la vejez. Las zancas no me sirven para nada. Este bendito reumatismo me tiene ñato (fatigar, molestar). Me hace caminar despacio, que no regresaría en este mes. Por lo demás, este acecido que me oprime el pecho cuando corro, es un obstáculo para lo que ahora se necesita.
-Aunque yo he sido ligero, dijo Conejo, hoy no estoy para viajes. Los malditos clavos (secuela piánica que se manifiesta con heridas en los pies y en las manos) que me dejaron las bubas (secuela piánica en forma de pústulas sobre la piel) me están saliendo de nuevo. El gualanday molido no me quiso (no querer un remedio: no aliviar el mal para que se aplica). Camino como los que estrenan botines. ¡Y con tanto trabajo que tengo en la sementera! Tal vez tía Tigra…
-No, dijo el Tigre con presteza. Esa sí que menos… Con esa barriga que tiene y la churiadora (nombre que se le aplica a la tos ferina en Tumaco) que no la deja ver vida llegaría el día del juicio final. Quizá primo Guatín, que está joven, podría darnos ese gusto…
-No, tío Tigre, respondió Ñeque. Estoy echándole el ojo a una hembra, y si me voy… Mandemos a Perro.
-Cuándo, amigo. Yo ya me voy pa la casa. Mis hijos ‘tan solos porque la mujer se fue ayer pa el rastrojo. ¿Y Zancudo no podría pegar un brinquito y ayudarnos?
-No, viejito. El pueblo está muy lejos. Como me he estado poniendo unos vahos calientes y unos pringues pa la rasquiña que me acosa, no puedo pisar agua fría. Que vaya Sapo, que no debe en los estancos, y fiesta continuada.
-¡Caramba! Buen descubrimiento. El tipo para esto es el Sapo, dijeron todos.
Conquistado y con la plata en el bolsillo, se entró al cuarto a despedirse de su esposa que roncaba patas-arriba en una tarimba (tarima).
Después de mucho tiempo de espera, la gente comenzó a murmurar:
-Hasta se habrá robado la plata. Con lo arrancado (pobre) que está…
-Y con las deudas que tiene…
-Y con lo cambambero (calavera, alocado) que es…El Sapo oía todo, pues estaba detrás de una puerta arreglándose los pantalones. Dispuesto a cortar las habladurías, sacó la cabeza y dijo con voz recia:
-Si me molestan no voy para ninguna parte. Estoy aquí todavía porque se me ha caído la pampanilla y busco la verijera (cordón que en la cintura de los campesinos varones sostiene la pampanilla o taparrabo).
Código: CLTC 378N
Año de recolección: 1955
Departamento: Chocó
Municipio:
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante:
Edad informante:
Recolector: Rogerio Velásquez M.
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Cuentos de la raza negra
Año de publicación: 1959
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