Este era un pobre que andaba caminando en el pueblo, pa’ llá y pa’ cá. Había gente que le daba trabajo y otra no le daba, se emborrachaba, pero nada pa’ tener mujé y dele pa’ llá y dele pa’ cá y dele pa’ llá y dele pa’ cá.

Una vez se enamoró de una muchacha que estaba bailando con él, y le dijo: si vo me querés yo también te quiero, te doy plata y una cosa y otra. La muchacha se reía, pero no le paraba muchas bolas. ¿Al fin me vas a querer o no me vas a querer? No, yo no estoy queriendo a nadie. No me despreciés, yo te sirvo, yo te doy de todo lo que vos necesités, no tengo mujé y todo lo que trabajo es pa’ bebé, ya teniendo mi mujé yo teradoi.

La muchacha se entusiasmó a esa palabra, pero nada más, jue a dormir con él una sola noche y quedó en embarazo, y ella atrá, atrá, atrá, atrá, atrá de Juan; preguntaba: ¿oiga, usted no ha visto a Juan por aquí? No, no lo he visto. ¿Mire, usted ha visto a Juan por aquí? Allá en una cantina lo vi, estaba cantando y tomando con unos amigos. Arrancaba la muchacha pa’ llá a buscarlo, no lo encontraba, hasta que llegó un día donde la suegra. Vea tía, ¿su hijo está por aquí? No niña, hace quince días que se jue de aquí de la casa y no ha venido. Pues su hijo me tiene en embarazo. ¿Así que no sabe cómo será que la vamos a sacar (resolver)? Pue yo no sé, le dijo la mamá, porque él a mí no me ha dicho esta boca es mía, soy inocente de que tenía en embarazo a la muchacha.

Días van y días vienen, días van y días vienen, barriguita va creciendo, días van y días vienen, barriguita va creciendo, hasta que por fin se llegó el momento de tener un niño. La muchacha lidió su barriga, su parto; nació el muchacho y va creciendo, el papá nada pa’ voltiarlo a ver ni darle una moneda. Cuando ya el muchacho estuvo caminandito le dijo la mamá: ve, ese que está allá derrengao en esa cantina, es tu papá. Y, ¿cómo se llama? Juan. La muchacha le decía a Juan: mandale algo, pobre muchacho unos dos confites, cualquier cosa, pa’ que él coma. Yo no tengo plata, la plata que cojo es pa’ bebérmela.

Días van y días vienen, días van y días vienen. Un día Juan dijo: tengo hambre, voy a ir donde ese rico que me dé un bocadito. Llegó. Buenas tardes. Buenas tardes Juan, ¿qué sería? Señor, regáleme un poquito de arroz en un platico o aquí en la planta de la mano. ¿Vo, no andás bebiendo todos los días? ¿Vo no tenés plata? ¿Con qué plata, bebés viche (aguardiente casero)?

Hace como tres meses que nadie me da un rial. Eeeeeeeh, mujé, sacale en un coquito, de cualquier cosa que haiga en la cocina a Juan, pa’ que se lo coma. La señora se compadeció y no le dio en un coco, sino que le sacó en una hoja negra arrocito, presita y un pedazo de plátano, y empezó sentao a comer. Cuando estaba comiendo y le dijo: señora, ¿me regala un poquito de agua? No joda tanto hombre, esta no es su casa, vaya pa’ su casa a que le den agua. La esposa: ¡ay no marido! Dejale dar un poquito que uno cuando come le da mucha sed. Otra vecina apareció y le dijo: venga don Juan, yo le doy el agua. Le dieron el agua.

Como ya le había pasao el guayabo, dijo: ¡ay cristiano! ¿Yo mismo es que estoy aquí comiendo de limosna? Y un poquito de agua, ay Señor, vo me va a dar el pan de cada día, pero yo a quién le pido, ¿por qué no le puedo pedir a Dios? ¿Por qué yo no me he acordado de él? Yo estaba es bebiendo, ni siquiera he dicho Jesús, qué buen padre. Entonces yo no tengo a quién pedirle, a el diablo será que le pido pue. Cuando en eso venía el hijo allá, con camisita larga. Lo llamó. Mijo venga. El muchacho se quedó mirándolo. Venga, que soy su papá, yo soy Juan. Se acercó. Mijo, ¿usted me quiere hacer un mandado? Sí señor. Váyase por este camino, hay dos caminos, uno que está pantanoso y otro que está lleno de flores, usted verá por cuál se va. ¿Qué hago papá? Pregunte cuál es la cama de Juan Bandolero, en una casa grande que va a encontrar.

Se jue el muchacho, camino andar, entre más caminaba más andaba, camina andar entre más caminaba más andaba. ¿Dónde es que mi papá me mandó, que yo no alcanzo a llegar? Y dele pa’ llá y dele acá, y dele pa’ llá. A los quince días de haberse ido, oyó bulla, cogían unos hierros, y los machacaban y tiraban unas palancas, unas cosas. Llegó y se paró, vio que había como cinco hombres, uno grande con cachos, otros con cachos chiquitos, otros no tenían cacho sino rabo y vestidos de rojo, pensó: mi papá pa’ dónde es que me mandó pue. ¿A qué sería que me mandó? No, aquí no ha sido, cuando praaaaan paró la cabeza el grande, el capataz, y le dice: que querés, gusanillo de la tierra. ¿Qué andás haciendo? Se quedó callao. En qué andás. Vengo a hacer un mandado de mi papá. Vení, ¿quién es tu papá? Juan Bandolero, señor, que cuál es la cama. Ve, esa que está allá, y a lo que el muchacho vio, llegó la candela y guau, guau, guau, guau, tuvo que revolcarse en la tierra pa’ apagarse. Se jue pelando y dijo: no, no, no, yo a mi papá no lo quiero má y se jue.

Camina andar, entre más caminaba más andaba, camina andar, entre más caminaba más andaba. Ay, por Dios, ¿mi papá mismo es el que va a dormir en esa cama de candela? No, yo no creo eso. Y camina andar y camina andar y cuando llegó, a los quince días donde el papá este le dijo: ¿qué te pasó? ¡Ay! No papá, usted no se llama Juan, usted se llama Juan Bandolero. ¿Quién dijo? Ese señor que está allá, le pregunté cuál era su cama y me dijo esa, y la candela vino pa’ cá, vea cómo estoy. ¡Ay mijo por Dios! Y, ¿vos te acercaste? No señor, yo estaba lejo y la candela venía pa’ onde mí, allá es que usted va a dormir papá. Ay no, no, no, no, no, no. ¿Y esa qué casa es? Como él era inocente no sabía lo que pasaba. Juan Bandolero dijo: no yo pa’ llá no voy. Cogió una piedra y anduvo por toda la ciurá, dándose golpes en el pecho. Perdón pide Juan Bandolero y pum, a tarde y mañana.

Días van y días vienen y él dándose piedra, dándose piedra, dándose piedra. En eso venía el compadre que le había cargado un hijo. ¿Compadre Juan, qué es lo que le pasa? ¡Ay compadre! Yo mandé a mi hijo a ver cuál era mi cama. Mi hijo se quemó y me dice que estaba una cama en candela. No sufra por eso que no le va a pasar nada, tenga fe, dele y dele y dele y dele y dele golpe al pecho y dele golpe al pecho.

A los cinco meses de estar dándose golpes en el pecho, amaneció muerto en la calle y la piedra adentro del corazón. Todo el mundo se burlaba de Juan Bandolero y vea, él mismo se mató. ¡Ay!, dijo el compadre, usted se va pa’ el cielo, po’ que se ve arrepentido. Le contestó: compadre, morí de sed porque no tenía agua qué tomar, ya se le iba a arrancar el alma, estaba para agonizar, no tenía voz, no tenía nada, y Juan cantó: los ángeles en el cielo, me den un poquito de agua, me muero de sed y de hambre, me muero de sed y de hambre, me moriré de este calambre.

Y quedó, ahí mismo. Cuando arrancó (murió) llegaron todos los amigos, porque cuando estaba vivo no tenía a nadie, pero la gente lo quería. Ahí mismo cogieron bombo, cununo, guasá y con ese canto que él le pidió agua a Jesucristo, le cantaron y ese mismo toque le tocaron y va subiendo Juan Bandolero al cielo. Cuando llegó a la puerta, le dice el Señor Jesucristo: papá, abra la puerta que llegó Juan Bandolero, ese enemigo que anda por el aire tentando las almas. Ya se había hecho ángel, arcángel, querubín, serafín, ya era como un santo y empezaron a tocarle la puerta al cielo y el Señor bien sereno.

Le dice Juan: Señor, aquí estoy. Entra Juan, le dijo el Señor. Y Juan le dijo: ¿aquí debajito de tus pies es mi puesto? No, sentate ahí, al lado. Cuando en eso empezaron a tocar. Bailaba san Pedro con la Dolorosa, san Juan con la Virgen del Carmen, bailaban todos los santos. Cuando el Señor vio, dijo: aquí no, dejen la música porque trastornan el cielo. Estaba casi terminando la música y el Señor estaba haciéndole la recibida a Juan Bandolero que se había salvado por arrepentimiento.

En eso aparece el diablo: ¿este quién es? ¿Qué hace aquí? Ese es Juan Bandolero que se ha salvado, contestó. Cuando Juan Bandolero que era un bandolero, no se acordaba de usted, nunca decía nada, nunca rezaba, nunca decía nada. ¿Y se ha salvado? ¡Ay!, le dijo el Señor, sí. Córrase, y retírese de aquí, y andarés arrastrado como la culebra, tentando las almas. Acabando, acabando, se acabó mi cuento, sea mentira sea verdad, que se abra la tierra y se vuelva a cerrá.

 

Código: CLTC 578N

Año de recolección: 2010

Departamento: Cauca

Municipio: Guapi

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante:  Diomedes Portocarrero

Edad informante: 80

Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González

Fuente: Libro

Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana

Año de publicación: 2010

 

 

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