El Tío Conejo estaba sentado comiéndose un corozo y llegó el Tío Tigre que le dijo: ay sobrino, regálame un pedacito de corozo que tengo mucha hambre. Le contesta: ¿usted quiere comer corozo? Sí, mijo. Ponga las dos bolas encima y lo parte y saca el corozo. El pobre del hambre que tenía, las puso, y ha alevantao con alma y pun, pun, ay, ay, ay, ay sobrino, ¿esto qué es? Ay, ay, ay. Arrancó a correr Tío Conejo. Se ha ido el Tío Tigre pa’ donde la mujé que está con sus hijitos: ay, ay, ay, ay. Se murió Tío Tigre. Pero antes le contó, así que conejo se ha echado a perder.
Un buen día la tigra ha recomendado a todos los animales que si sabían del conejo, pero nadie le daba razón, y programó una fiesta, que fueran a pregonar en toda la selva que había una fiesta para todos los animales. Ella era para ver si conseguía a conejo pa’ vengarse. El día anunciado van pasando los animales. ¿Cómo se llama? León. ¿Cómo te llamas? Tigre. Así iban desfilando y les iban preguntando el nombre a todos los animales y Tío Conejo, como es diablo, se jue a un palo de sande, lo cortó. Como ese echa leche, se llenó todo el cuerpo y se ha revolcado en todas las hojas que había por ahí, pa’ pasar y que no lo reconocieran. Va a la fila. ¿Cómo te llamas? Me llamo culebra. ¿Cómo te llamas? Me llamo piande (lagarto).
Cuando llega Tío Conejo. ¿Cómo te llamas? Me llamo hojarasquín del monte. Eso no se ha oído. Lo iban a coger y ha salido Tío Conejo, corre, corre, corre y se le jueron saliendo las hojas, llegó a una casa y se instaló. En ella vivía la Tía Tigre pasando trabajos con esos siete tigrecitos y buscando comía y no encontraba, y no encontraba con quién dejar a los pequeñitos, y Tía Tigre dijo: ay sobrino, yo estaba con venganza con usted por la muerte de su Tío Tigre, pero ya no tengo más venganza. ¿Usted me puede cuidar a sus primos hasta que yo venga de trabajar? Sí tía, yo se los cuido.
Se acostaron a dormir. Al otro día se jue la tigre, ha cogido el Tío Conejo y ha matado a uno de los tigrecitos, lo ha cocinado, hecho la comida. Llegó la tigra y le sirvió: sobrino, ya comí, tráigame a sus primos pa’ darles de mamar. Iba y traía uno, iba y traía el otro, iba y traía el otro, iba y traía el otro, así hasta tuvo que llevar a uno dos veces. Al otro día se va vuelta la tigra a trabajar. Vuelve Tío Conejo y mata a otro tigrecito, lo cocina, hace la comida. Llega ella: sobrino, ¿cómo están sus primos? Uuuuh, felices y dichosos. ¿Va a comer? Sí mijo tráigame. Le servía, van, van, van, comía la tigre. Bueno tráigame sus primos que les voy a dar de mamar. Le llevaba uno, llevaba el otro, llevaba uno, llevaba el otro, ahora tenía que llevar dos veces a dos, quedaban cinco. Al otro día se iba la tigra a trabajar, y otra vez el conejo mataba otro tigre, hacía la comía, le guardaba. ¿Sobrino, cómo están sus primos? Están muy bien, gordos, creciendo ve, están grandes. Ella no echaba a ve porque mandaba que se los trajera para darles de mamar. Le llevaba tigre, uno por uno, hasta que ya eran tres que tenía que traer tres veces. Así quedó el último. Entonces ese día llegó la tigra: ¿cómo están sus primos? Están bien, le sirvió, comió. Váyalos trayendo. Le tocaba llevar al mismo las siete veces. Pero no quiere comer. ¿No ve que yo les doy de comer muy bien? Sí señor.
Al otro día se jue la tigra otra vez y mató al último tigre. Llegó la mamá, le sirvió y él se puso en la esquina. ¿Cómo están sus primos? Muy bien ya saltan y brincan. Usted si es buen cuidandero. Sí tía. Tráigame a sus primos que les voy a dar de comer. Cuáles primos si se los ha estado comiendo. Arrancó a correr, y corra, y corra, y corra, y corra, y corra, y corra, y corra hasta que vio tío una cueva y ruuuun se metió. Y la tigra no cabía, entonces, busque un palo, busque un palo, busque un palo.
Estaba un sapo por ahí, y le dijo: sapo, cuidame la cueva para que conejo no se vaya a salir que voy a buscar un palo largo porque lo voy a matar. Sí tía, yo se lo cuido bien. Empezó ese sapo brinque pa’ lado y lado, brinque pa’ lado y lado, y le dice Tío Conejo: sapo. Crúa. Abrí los ojos que me voy a salir. Y abiertos no los tengo y abiertos no los tengo. Brincaba pa’ lado y lado. Sapo abrí los ojos que me voy a salir. Y abiertos no los tengo. Y brincaba de lado a lado. Abiertos no los tengo, abiertos no los tengo. Conejo haciendo una bola de barro. Sapo abrí los ojos que me voy a salir. Y abiertos no los tengo, abiertos no los tengo. Se la lanzó, y salió Tío Conejo, cri, cri, cri, cri, se perdió. El sapo se lavó la cara, cuando llega la tigra con un palo larguísimo.
Sapo, ¿aquí está conejo? Sí tía, yo no me he movido de aquí, aquí está. Y ella mete ese palo pa’ dentro, y dele pa’ dentro, y no alcanzaba a Tío Conejo. Cortó otro palo y lo añadió. Sapo, ¿aquí está conejo? Sí, está conejo, no se ha salido.
Y la Tía Tigra de ver que no salió conejo, el sapo dijo: conejo se jue y arrancó a correr. Y lo cogió la Tía Tigra, había una candela. Ahora te tiro a quemar porque me dejaste ir al conejo. Le contesta: si me tira a la candela yo me brinco, si me tira al agua me ahogo. La tigra lo aventó al agua. Aquí sí me salvo, aquí sí me salvo. Y se jue, se jue, se jue braciando y quedó la tigra sin hijos, sin marido y el conejo perdido y el sapo bañado. Así que se acabó el cuento.
Código: CLTC 541N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Timbiquí
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Hipólita Angulo
Edad informante: 60
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
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