El Sapo había hecho su casa en las orillas de un camino por donde pasaban todos los animales. Con ser un hombre jecho (hombre hecho, entrado en años) se le tenía por chismoso, por lo que todo el mundo lo odiaba.

Un día pasaba el Rongoy -animal que se parece a la lagartija- huyendo del Tigre, que se lo quería comer. El animalito, asustado, se metió en la primera cueva que halló, para defenderse. Al llegar el Tigre preguntó al Sapo si había visto a Rongoy. Sapo le indicó el sitio en que se encontraba.

Tigre lo dejó cuidando la alacena mientras él traía una barra. Y una pala para remover la tierra. El Rongoy le suplicaba:

-Perro no come perro, Sapo. Déjame salir. ¡Por mis hijos te lo suplico! Pero el
Sapo dijo que no. Que cumpliría su palabra una vez más en la vida. Para mejor cumplir con su deber, se acercó al prisionero con los ojos muy abiertos, diciendo:

-Esto les sucede a ustedes por irrespetuosos. Con los mayores hay que guardar compostura. Por mi parte, te sé decir que ahí maneces y no lo prebas (penar sin alcanzar lo deseado), como dicen…

Rongoy, haciendo un esfuerzo desesperado, le echó tierra en los ojos y huyó. Cuando llegó el Tigre y se dio cuenta de lo sucedido, apresó al Sapo. Este lloró, gimió, dijo que pagaría con las cosas que tenía en el soberado (sobrado, zarzo), pero no fue oído. Tigre hizo una hoguera y luego preguntó:
-¿Cómo le gustaría morir, sobrino? ¿Quemado o ahogado?

Sapo tuvo un golpe de inteligencia y respondió que quemado, pues, de esta manera, cualquier amigo o sus hijos podían recoger sus restos y darles cristiana sepultura. Ahogado, por el contrario, nadie daría cuenta de él.

Tigre, por llevarle la contraria, murmuró:
-Hum… Como mi sobrino me pertenece, haré lo contrario de lo que pide. Para podérmelo merendar, bueno es que la carne esté lavada como Dios manda. Voy a tirarlo a la quebrada, y cuando haya tomado buena agua, cuando se encuentre jipato (hipato, hinchado, harto de comer o beber) lo recogeré allá abajo en el recodo…

Dándole tres vueltas por el aire, lo aventó a la quebrada. Al sentirse en el agua, Sapo exclamó riendo:

-¡Bobo! Esto era lo que quería, tío Tigre. El agua es mi elemento. Ahora tendrá que comer de lo que dijo el viejo (forma con la que se indica el excremento de los seres humanos). Se zambulló y fue a parar… Quién sabe adónde…

 

Código: CLTC 376N

Año de recolección: 1955

Departamento: Chocó

Municipio:

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante: 

Edad informante:

Recolector: Rogerio Velásquez M.

Fuente: Artículo de revista

Título de la publicación: Cuentos de la raza negra

Año de publicación: 1959

 

 

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