Este era un hombre casado con su mujé, tuvieron viviendo, tuvieron viviendo, tuvieron viviendo y tuvieron tres hijas. El padre andaba embarcado y cada vez que llegaba de viaje les traía regalitos. Yo veo que una de mis hijas no me pide. Todas ellas decían: papá, tráigame un par de zapatos, un par de medias; tráigame un vestido, tráigame mejor dicho. Pero la última no le pedía nada. Él se iba y regresaba. ¿Por qué mi hija no me pedía nada? En seis viajes que hizo. El papá le dijo: mija, ¿usted no me va a pedir nada? Nada, nada, que todo lo que yo he andado, usted no me pide nada, todas me piden. Le dice: papá, ¿sabe que le voy a pedir? Tráigame una rosa blanca. Le contesta: ¿mija, una rosa blanca? ¿Qué tanto puede valer una rosa blanca? La que yo le pido es distinta, está en el fondo del mar. Mija pero, ¿yo cómo voy a sacar esa flor? ¡Sí papá, la saca! Llegó y se jue, y era ojo al agua del mar. Los ojos se le iban a salir a ese pobre señor. Llegó a la otra ciurá y no encontró esa rosa.
Cuando venía regresando, ojo, ojo y dele pa’ llá, dele pa’ cá, los ojos se le iban a salir, cuando ve que a lo lejos, del fondo del mar, sube una rosa. Es la que mi hija necesita. Eche pa’ llá el buque, llegó y praaaan arrancó la rosa y escuchó: me tiene que traer a la hija última, aquí, donde me arrancó la rosa. ¡Ay! Ese señor se iba a morir. Dios mío. ¿Cómo, Dios mío, yo voy a traer mi hija? ¡Al regreso del barco me tiene que traer la niña! Se jue él pensativo, pensativo. Le entregó la rosa, ella feliz y dichosa. Las hermanas se reían: ¡ay, isque una rosa, isque una rosa, vela, isque pide rosa! Él afligido, afligido y afligido. Le dice la esposa: mijo qué tiene, ¿po qué no quiere comer? Le contestó: no mija, estese tranquila, déjeme, déjeme. ¿Usted no sabe lo que yo estoy sintiendo? Dígame, ¿sabe que mañana salgo en el barco y tengo que llevar a mi hija? Pero, ¿por qué tenés que llevar a mi hija? Ella me pidió una rosa del fondo del mar, surgió la rosa y me dijieron que tenía que llevarla. ¡Aaaay, Dios mío! Esa señora fue un mar de lágrimas.
Se llevó la niña. Al llegar había un castillo tan, tan, tan, la subió, una voz le preguntó: ¿cómo se llama la niña? Pero no veían a nadie. Mariquita María, Mariquita María. ¡Entre! Sí señor o señora, pero no veía a nadie únicamente la voz que le decía ¿Mariquita María, tenés hambre? Sí señor o señora. Cuando iba estaba la mesa servida. Cuando vino la noche. ¿Tiene sueño? Sí señor o señora.
Estaba el cuarto bien arreglado. Ella decía: ¿quién será Dios mío? Con miedo, decía: ¿quién será Dios mío? De noche oía ruidos, pasos, oía que la llamaban: ¿Mariquita María, tenés miedo? No señor o señora. Ella creí pue, ¿es hombre o mujé? De mañanita ¿Mariquita María te vas a bañar? Sí señor o señora. Ahí está el baño.
Un día le dijo: Mariquita María, su mamá está grave, mañana se va pero no se me vaya a demorar. Sí señor o señora. En el mar ya camino, así que salió, llegó allá y vio a la mamá. Al otro día se iba, poque le habían dicho que no se podía demorar, tenía que estar a las doce del día. Salió corriendo por ese mismo camino, se encontró con una vieja: Mariquita allá, más allá hay una hoguera, coja este calabazo y le echa agua y la apaga, rápido. Así se jue ella, paaaaaaaa caminando rápido y se le hacía que no. Llegó a la hoguera y paaaas la apagó. Mariquita, le dijo, tenés que llegar a las doce del día. Llegó, raaaaaaaan, la muchacha caminaba pa’ llá y pa’ cá, le daba y le daba y como que si no andaba y andando iba, cuando a las doce: Mariquita María llegaste a las doce del día, puntualmente.
Le dijo por la noche: Mariquita María, ¿tenés sueño? Sí señor o señora. Se acostó, pero ella con un miedo porque no veía a nadie; incontraba comida, incontraba de todo. Oye un ruido que venía subiendo las gradas, y ella con ese miedo, cuando oyó ese ruido. ¡Aaaay! Dios mío, decía. ¡Ay! ¿Quién será? ¡Ay! Mi madrecita, ¿será mi madrecita, que se está muriendo? Mariquita María, mire pa’ juera. Sí señor o señora. Llegó paaaaass puso su espalda para juera. Mariquita María, ¿tenés miedo? Sí señor o señora. ¡Aaaah, no señor o señora! No tengo miedo. Sintió que ruuuuan, se le acostaron en la cama.
Mariquita María, mire pa’ trás. Un príncipe. ¡Aaaaay, qué tremendo príncipe, qué tremendo príncipe! Cuando ella lo miró, temerosa, él le dice: no tenga miedo, mañana nos vamos pa’ la casa de su mamá con su papá, voy a pedirle la mano, nos vamos a casá. Se jueron. Cuando el príncipe ya estaba, cantaba el gallo, gallina cacaraquiaba, gente encantada, encantada toda esa gente. Subieron toda esa gente y salieron con ella, eso jue un desfile. Caballo pa’ qué, se dice. Llegaron y se jueron allá, le pidió la mano a la mamá con el papá y se casaron. Le dijo que querían que se jueran al castillo, que se jueran todos al castillo y fue muy feliz viviendo junto con ellos. Acabando, acabando se acabó mi cuento, sea mentira o sea verdad.
Código: CLTC 582N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Guapi
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Juanita Angulo
Edad informante: 73
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
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