Este era un rey que vivía en la selva y había otro rey que vivía en otra selva, cada uno en su castillo. Un rey tuvo un hijo y el otro rey tuvo tres hijas, pero ninguno de ellos se comunicaba. No sabían si allá había castillo, ni acá había castillo. Crecieron el hijo del rey y las tres muchachas. Un buen día le dice el príncipe: mamá, ya estoy cansado de estar aquí voy a ensillar el caballo y me voy a ir a dar vuelta a ver si veo a alguien por esta selva. Ensilló el caballo y cara, cara, cara, cara, cara, cacacacá, se fue. ¿Ese que veo allá no es un castillo? Pero que suerte la mía.
La mamá de las tres muchachas tenía una siembra de albahaca y les había dicho que cada día bajara una de ellas a regar las matas. Cuando la muchacha oyó ese craca, craca, craca, cacacacá del caballo, estaba echándole agua a las matas porque era un albahacal. Llega y mira: ¡qué tipo! Salió corriendo y se metió a su castillo. Hermanas, hermanas he visto un príncipe, tan bonito montado en un caballo, pero a mí me dio miedo. ¿Y vos qué hiciste?, dijo la segunda. ¡Ay! ¡No, hermanita! Yo me vine porque me dio miedo. La otra hermana dijo: mañana voy yo.
Al otro día, regando las matas de albahaca, riegue su agua, riegue su agua, no fue el príncipe. Pero él se fue con esa intriga de la muchacha. Mañana voy. Y ensilló su caballo craca, craca, craca, cacacá. La segunda volvió a bajar a regar, lo vio y dice: ¡Ay! Es cierto lo que dijo mi hermana y ruuun salió corriendo, se metió a su castillo. Hermana, hermana, lo vi, lo vi. La última estaba tranquila cuando dice la mamá: bueno mija, usted es la última, va a bajar a regarle agua a las matas. El muchacho no fue.
Al otro día, dice el príncipe: mamá le voy a decir una cosa, voy a dar vuelta a la selva, si la muchacha que yo veo le hago las preguntas y me da la respuesta, me caso, esa es mi esposa. Mijo, ¿dónde va a encontrar mujer acá? Le dice: uuuh, mamá eso ya está visto, y se jue. Estaba la última regando las matas, rai, rai, rai, cuando lo oye, craca, craca, craca, craca cacacacá. Lo mira, ve, siguió regando su agua, riegue, riegue su agua, y se le va acercando, se fue acercando y ella bien tranquila, regando sus matas. Se planta y dice: buenos días señorita. Buenos días. ¡Oooh qué bella! Linda, regando las matas de albahaca. Dígame, ¿cuántas hojas tienen las matas? Le dice ella: ¡oooh rey que sabe sumar y contar! Dígame, ¿cuántas olas tiene el mar? ¡Oooh! ¡Esta es, esta es la mía! Dio tres vueltas con su caballo y salió veloz.
Papapá, papapá, papapá, gritó al llegar a la casa suspirando. La mamá dijo: mijo parece que tienes buenas noticias. Pues claro, mamá, he visto tres muchachas, pero de las tres me gusta una. Sí mijo, ¿dónde están? En otro castillo que nosotros no habíamos visto. Mijo, ¿y usted qué opina? Pues yo quiero casarme con la última, porque la pregunta que le hice me la contestó. Bueno mijo, si usted gusta casarse con la princesa con mucho gusto se casa. Mamá, mañana ensilla su caballo y yo el mío, y vamos a pedir la muchacha.
Se fueron, llegaron, salió la mamá, recibió a la reina, tuvieron charlando y ella le dijo: yo vengo a pedirle la mano a su hija porque mi hijo le gusta. Dice la mamá: ¿cuál de ellas? La última. Dice: aaay, me gusta la última porque la pregunta que le hice me la supo contestar. ¿Y, cuál fue la pregunta que usted le hizo a mi hija? Le dije: niña que riega las matas de albahaca dígame, ¿cuántas hojas tienen las matas? Y ella me contestó: rey que sabe sumar y contar dígame, ¿cuántas olas tiene el mar? Le dice ella, con ese albahacal que yo tengo quién cuenta, cuándo se acaban de contar las hojas; y el mar, cuándo alcanza usted a contar las olas del mar, si las olas vienen y van. ¡Ah!, le dice, tenía razón de contestarle eso, porque ni ella contaba las hojas de albaca, ni usted tampoco contaba las olas del mar.
Bueno, se jueron, se casaron, fue un fiestononón. Bailaron cuarenta días y cuarenta noches, y enseguida, se unieron las dos familias porque su esposa iba a vivir junto con su mamá y sus dos hermanas. Las dos viejas se unían y era como mamá y mamá pa’ todos. Acabando, acabando, se acabó mi cuento, sea mentira sea verdad.
Código: CLTC 560N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Guapi
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Juanita Angulo
Edad informante: 73
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
No comment yet, add your voice below!