Un día Tigre dispuso que ninguno de sus vecinos cortara leña en los bosques de su propiedad, pues necesitaba los árboles para volverlos carbón que le pagaban bien en el poblado. Los animales, oído este bando, empezaron a pasar trabajo para cocinar, en tanto que Conejo tenía grandes almacenes para vender al menudeo.

Una tarde Tigre sorprendió a Conejo con la mano sobre la masa. Sin dar tiempo a que hablara el dueño del bosque, principió Conejo:

-Ver a mi tío en estos momentos, es una dicha para mí. Llega oportunamente. El viento que hace y el sofoco que se siente, indican que tendremos tempestad. Como está escrito, esta será la del acabose. Así lo predicó el sacerdote el último domingo.

Y llorando, agregó:

-Amárreme a uno de estos carboneros con los bejucos que estoy buscando, para ver si sobrevivo. No quiero morir todavía. Morir en la flor de la vida, cuando me va a nacer mi primer hijo, eso nunca. No quiero morir ahora que tengo un penco (hermosa) de hembra, y una casa que puede codearse con las mejores del rey… Mejor me hubiera muerto con el gálico (pian avanzado) que me tuvo postrado varios años, o con la terciana (fiebre palúdica) que me horroriza todavía…

Tigre se puso chisparoso (inquieto, en ascuas). ¿Diría verdad este Conejo de los diablos? ¿Serían chicanas (mentiras, embustes) de este ladrón que se enriquecía con los árboles de su rastrojo? Mas como el sobrino prosiguiera dando ayes y pegándose con las ramas que tenía al frente, el mojano (mohano, astuto. Entre los indios noanamáes existe la creencia de que el indio que ha sido brujo se convierte, al morir, en tigre, para seguir matando a sus enemigos. Para evitar esto, lo aseguran en la sepultura con chontas que le atraviesan el pecho, las manos, las piernas, el vientre, etc.) replicó:

-Baje, sobrino, de esa altura. El que debe sobrevivir soy yo. Baje y líeme a este majaguo. Tengo hijos y muchos compromisos. ¡Virgen del agarradero! Si muero hoy sin confesión, me voy derecho a las tabernas (infierno). Con lo de anoche…

Conejo sujetó a Tigre y siguió cortando su leña. Cuando estaba para marcharse, volvió a su tío y le dijo al oído:

-Debiera caparlo por pendejo. Cada día que pasa usted se emboba más. Se ve que le está haciendo tiro el agua de Torotonto (ciertas quebradas cuyas aguas embrutecen) que le dan sus amistades. Pero mejor pa nosotros. Al fin va a morir. Para salvarse de ésta tiene que prometer dejar cortar la leña que necesitarnos, pues, de lo contrario, sus huesos irán a parar a la loma colorada (cementerio).

Tigre prometió lo que se le pedía, pero antes amenazó a su sobrino con los siguientes versos:

“Quien espera, desespera,
dice el oro en la balanza;
el que espera con paciencia,
tarde que temprano alcanza”.

 

Código: CLTC 428N

Año de recolección: 1960

Departamento: Chocó

Municipio: Istmina

Tipo de obra narrativa: Cuento

Informante: 

Edad informante:

Recolector: Rogerio Velásquez M.

Fuente: Artículo de revista

Título de la publicación: Leyendas y cuentos de la raza negra

Año de publicación: 1960

 

 

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