Cierta vez Tigre convidó a sus amigos a una cacería. En la faena se cazó una ardilla que no alcanzaba para los que habían ido a la montaña a gastar tanto tiempo atisbando, hundiéndose en los pantaneros, subiendo y bajando lomas, y sintiendo en carne viva la picadura de tábanos y moscos.
Tigre, dueño de la iniciativa, dividió el animalito en tres partes, y, con ellas en la mano, dijo con arrogancia:
-Esta parte de la cabeza hasta el pecho, me toca a mí por haberla derribado con dificultades y sudores; los perniles también los cojo, porque me gustan mucho y soy el más fuerte entre ustedes; y esta tercera parte la entrego a aquel que pueda vencerme en lucha franca y sin guapuchas (sistema de pelea entre los negros, que consiste en cruzar un brazo sobre el cuello del contendor, doblándole la cabeza bajo las axilas del que trenza.) traicioneras. ¿Estamos, amigos?
Ante esta resolución, los cazadores se miraron entre sí, y comenzaron a murmurar:
-¡Tan agalludo el desgraciado! No darse cuenta de que si lo acompañamos en esta aventura fue pensando en un agua chirle (caldo sin sustancia), aunque fuera… ¡Y salirnos con esta el avariento…!
-El mono sabe en qué palo trepa -dijo Guacuco-. Si no fuera por esta corre-tras-della (diarrea) que mantengo, lo enchicharía (encolerizaría), y en presencia de ustedes lo embotellaba. La muenda (paliza) me la queda debiendo. Como hay más días que longaniza…
-Así paga el diablo al que bien le sirve, emparejó Rana. Pero no nos pongamos a llorar. Intentemos algo. Tal vez con una grilla (pandilla, asonada)…
-Por la fuerza, no, dijo la Guagua. Más vale maña que fuerza. En guerra abierta nos aplancha (nos vence), porque es más fornido que nosotros. Con maña y astucia…
-Sí, con maña y astucia, concluyó Lombriz. Ese hambriento tiene mucha polenta (fuerza) en el cuerpo, y mucha mastría en la cabeza para cortarle el hipo a su enemigo…
Se inventaron muchas fórmulas, y muchas se descartaron. Lo que pareció más acertado fue IIamar a Conejo para que interviniera con su astucia. Conejo, sabiendo que su tío era un beato que no salía de la iglesia, comenzó diciendo:
-Para cada cual su alma es su palma (cada cual es hijo de sus propias acciones).
Tigre, después de oír esta sentencia muchas veces, preguntó sobreexaltado:
-¿Qué dice, sobrino?
-Que para cada persona su alma es su palma. Estamos en Semana Santa, tío, y no se puede comer carne. Así dice la Iglesia. Sus amigos están satisfechos por haber ayudado a cazar la ardilla y de ver que sólo usted va a quebrantar el ayuno. Si no le han dicho nada es porque como usted es tan garañón (regañón)…
– ¿Es decir, sobrino, que me dejan llevar la presa para que me condene yo solo?
¡Ah!, malvados. Pues no será así. Mi alma, antes que todo. Jesús creo. Ahora mismo divido este animalito y obligo a todos a que lleven a sus casas lo que les pertenece…De esta manera Tigre repartió la ardilla sin robar a sus compañeros.
Código: CLTC 427N
Año de recolección: 1960
Departamento: Chocó
Municipio: Condoto
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante:
Edad informante:
Recolector: Rogerio Velásquez M.
Fuente: Artículo de revista
Título de la publicación: Leyendas y cuentos de la raza negra
Año de publicación: 1960
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