Era una muchacha que los padres querían mucho. Y cuando tuvo unos quince años le salían muchos novios y al papá con la mamá les gustaba la simpatía. Y ella decía: no papá, no mamá, hasta que no me salga uno con dientes que todo sea oro, no me caso. Había un tipo muy excelente, se le ve la formación, su modo de ser. Este sí lo queremos. No papá, mamá, solo lo quieren ustedes, yo no lo quiero, porque vea, tuvimos una charla y se rió y ni un solo diente de oro. Ya el duende puso oído y dijo: tengo que ser yo.
Cuando llegó a la casa y se presentó donde los padres, se puso a conversar con la muchacha. Se sonrió y ella dijo: ¡aaaay! este es mi novio. Papá y mamá, me caso, que con este sí me caso. ¡Ay, mija! No papá, si no me caso con este señor me mato. Celebraron ese matrimonio, estaban en el baile y decía la mamá. Voy a bailar con mi yerno y cuando daba vuelta le salía una llama de candela por detrás. Decía un bobo: ve, ese hombre cuando da la vuelta tiene un rabote y por ahí saca una llama de candela. Déjame bailar con mi yerno andá pa’ tu cucho (rincón). La suegra regañe a ese niño, aaaah váyase pa’ su cucho, que mi yerno está contento, y así se estuvieron, así se estuvieron.
Cuando la fiesta se terminó, dijo el novio: nosotros tenemos que ir pa’ la tierra mía. Salieron ellos dos, cada kilómetro se iba quitando una mecha. Doña Casandra, quítese eso que lleva en el pescuezo, bote eso ahí mismo. A tanto a tanto botó todo, hasta que se quedó ella no más, y ahí mismo llegó y pa, y pa, sacó un costal y una falda, se golpió una pierna, vino una falda y se golpió la otra. Vino él, sacó. Esto es lo que usted se merece doña Casandra. Llegaron a la cueva, estaban las culebras, háganse pa’ llá, háganse pa’ llá, les jue diciendo el duende, háganse pa’ llá, se echó entre su maca y ella lo estaba meciendo, y el cántico era:
Chin, chirín, chin, chin, chirín, chan, chin, chirín, chin, chin, chirín, chan.
Cuando ella se cansaba, apure ligero, siga meciando: Chin, chirín, chin, chin, chirín, chan.
Así hasta que se quedaba dormida pero envolvida en el rabo de él, era el canto pa’ dormirlo, el canto de arrullo. Al otro día se iba pa’ l monte a traer sus culebras, ella no comía nada. Un buen día jue una palomita a avisarles a los papás que la príncipa estaba que una aguja la pasaba y ya dijieron los otros: ¿cómo hacemos? Tienen que irse pa’ donde un buen adivino que la vea, jueron pa’ donde el buen adivino y les dijo: esa mujé está pa’ morirse, tienen que buscar un castillo, un flechero, un sobador y sacala sin sentir y un pegador, porque el flechero la volvía nada. Llevaron al buen adivino, él iba adivinando por acá le está cantando a él, la tiene envuelta en el rabo pero el señor no se había dormido, ahora sí se durmió.
Apenas se durmió la sacan sin sentido y la montan al castillo. El buen adivino les iba diciendo: el duende estaba dormido, seguían adelante y dele pa’ delante. ¿Bueno adivino, cómo está el duende? ¡Uuuuuuh, ha pasado la mano por la cabeza! Y estos, dele andar y caminar, dele andar y caminar, porque iban por el aire. Y, adivino, ¿cómo está el duende? ¡Uuuuuuh! Ya está sentado y esa nube negra que viene allá es él. Venía el duende: depolyor, depolyor, depolyor, denme mi mujé que todos somos hombres. ¡Ay, mujecita querida! Tanto que nos habemos querido y nos habimos amado, amostrame la puntica de tu cabello, y ahí mismo ella le mostraba la punta del cabello y llegaba el flechero envolvía y puun.
El uno, que acá está el corazón, acá está el hígado, la cabeza, las manos, el pie, bueno y la iban pegando, la iban pegando, la iban pegando, y el duende se pegaba él solo. Adivino, ¿cómo está? El duende, pues ya se ha hecho el cuerpo. Y dele, dele, llegaron a la casa, trajieron a un sacerdote pa’ que hiciera la misa. La confesó, el duende se hizo haceador de una casa vecina, le soplaron a la reina que él era el que se había llevado la hija.
Ella, un día se jue a lavar a una quebrada y cuando viene bajando un botellón. Un niño que estaba bañando dijo: aaaaaaah qué bonito botelloncito, ay allá viene mi botellón, ay allá viene mi botellón. Llegó y ruuuua lo agarró, lo destapó. Cuando suuuuua, como una sombra salió de ese botellón el duende, ya se hizo haceador de otra casa vecina. La señora llega, convidó a todos los muchachos de la población, y que vinieran cantando de diferentes partes, porque él estaba ubicado en una parte exacta; les dijo: se vienen de allá y ahí donde él está, se ondean (paran) a cantarle. Ya venían los muchachos cantando:
Corrontón, corrontón, corrontón, corrontón. ¡Allá viene mi suegra con el botellón!
Y venían todos esos muchachos con esa caja:
Parrán pan, parrán pan, pan parrán, pan parrán, pan, pan. Corrontón, corrontón, corrontón, corrontón. ¡Allá viene mi suegra con el botellón!
Y como él pasó tanto trabajo en ese botellón tapado, cuando ya iban a llegar donde ellos, esos muchachos:
Corrontón, corrontón, corrontón, corrontón. ¡Allá viene mi suegra con el botellón!
No los vio: muchachos caripelados qué son lo que dicen. Ahí lo dijieron más duro: Corrontón, corrontón, corrontón, corrontón. ¡Allá viene mi suegra con el botellón!
Dice el duende: ¿conque se viene con el botellón? Aunque me vuelva oro, plata, nunca llegaré a los pies de ella. Ahora sí llego y tis, se aventó. Por un huaico. Ahora sí a la muchacha la llevaron a un curandero, la tuvieron así, parecía un esqueleto, y se jue recuperando. Le salió un novio verdaderamente, que ese no tenía dientes de oro y dijo que sí lo quería. Se casaron, hicieron una fiesta muy bonita. Yo también bailé bastante, y se acabó este cuento. Que sea mentira, que sea verdad y que el viento se lo llevará y que otro lo pueda echar.
Código: CLTC 564N
Año de recolección: 2010
Departamento: Cauca
Municipio: Guapi
Tipo de obra narrativa: Cuento
Informante: Rito Erasmo Cuero
Edad informante: 75
Recolector: Baudilio Revelo Hurtado, Camilo Revelo González y Carolina Revelo González
Fuente: Libro
Título de la publicación: Cuentos para dormir a Isabela. Tradición oral afropacífica colombiana
Año de publicación: 2010
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